La población es joven y la tasa de fecundidad es de 4,3 hijos por mujer. El crecimiento actual duplica la población cada veinticinco años. La realidad que se encuentra tras estas cifras presagia un aumento en el desequilibrio demográfico entre la costa, densamente poblada, y el interior, casi desértico. La historia cuenta que la identidad senegalesa gira en torno a los wólofs, el principal grupo en número —41,6% de la población— y lengua de referencia en Senegal, después del francés. Este idioma es por el que todo turista deberá comenzar, puesto que es, generalmente, un idioma entendido y hablado por todos los habitantes del país.
Grupos étnicos
SALY-PORTUDAL - Pescadores en la playa Saly-Portudal.
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El pueblo senegalés ofrece una diversidad étnica que define su cultura y las particularidades de cada región, pero también su vida cotidiana. Existen diferentes estilos de vida, así como diferencias y similitudes entre los pueblos de todo el país.
Los wólofs, que cubren la mayoría de la población con el 41,6%, son sin duda el grupo étnico de mayor relevancia en Senegal. Deben su nombre al antiguo reino de Djolof, fundado en el siglo XIII, y provienen del oeste del país, desde Saint Louis hasta la frontera con Gambia, pasando por Thiès, Dakar y Kaolack. Del mismo modo que los tuculores, los mandingas y los sereres, los wólofs están organizados históricamente en una sociedad de castas que incluye desde aristócratas hasta esclavos, pasando por artesanos, pescadores, campesinos... Hoy en día, aunque la esclavitud ha desaparecido, las castas siguen siendo importantes a los ojos de los wólofs, que las reclaman. De fe musulmana desde el siglo XIX, son ejecutivos en Dakar, pescadores en Saint Louis y campesinos y agricultores de maní en el campo. En las principales ciudades del país, el wólof predomina sobre otras lenguas, por lo que se habla de «wolofización» con respecto a la concentración urbana. Los lebúes, emparentados con los wólofs, están presentes ya en Saint Louis, en la Petite Côte, pero se encuentran principalmente concentrados en la península de Cabo Verde. Suelen orientarse radicalmente hacia el mar, cuidando de los cultivos de mijo y de mandioca para cuando los peces escasean.

Los fulani y los tuculores, que constituyen cerca del 28,1% de la población, hablan fulani o pulaar. Los fulani son pastores nómadas y seminómadas que viven de la ganadería. Su origen sigue siendo misterioso; algunos historiadores creen que provienen de Egipto y otros, de la India. Se pueden encontrar de este a oeste en toda la franja saheliana del continente. Desde el siglo XV, se asocian al islam, a los grandes morabitos y a la llegada al África negra de los primeros elementos de la escritura árabe. En Senegal, están presentes en todas las regiones del país y algunos de ellos se establecieron junto a los wólofs durante mucho tiempo, mientras que otros se asentaron hace pocas décadas en ciertas zonas rurales de las montañas de Fouta-Djalon, tanto al este como al norte, alrededor de Saint Louis. Su forma de vida era entonces rudimentaria y sus familias, numerosas.
Los tuculores, que constituyen el 10% de la población, son una rama sedentarizada del pueblo fulani que se asentó hace tiempo a lo largo del río Senegal, desde Saint Louis hasta Bakel. La palabra senegalesa toucouleur procede de Tekrour, el nombre del antiguo reino que fundaron antes de convertirse, poco después, al islam debido al contacto con los comerciantes musulmanes árabe-bereberes del siglo VII. Los tuculores, igual que los wólofs, están organizados mediante un sistema de castas. Con el advenimiento de Koly Tenguela en el siglo XVI, veintiocho gobernantes tuculores reinaron en gran parte del país.
Los sereres, que componen alrededor del 15% de la población, se concentran en las islas del delta del Sine-Salum, llamadas así por los dos reinos homónimos, y a lo largo de Petite Côte. Son los habitantes más antiguos de Senegambia y comparten similitudes con los diolas y los fulani en sus costumbres e idioma. Estos animistas, que habían resistido durante mucho tiempo al islam desde la llegada de los almorávides en el siglo XI, son ahora predominantemente musulmanes, aunque tienen muchos católicos entre sus filas. Las tradiciones animistas mantienen un lugar importante en la vida diaria de los sereres, como podemos ver en la existencia de talismanes o en el rito de iniciación de los hombres. Aunque eran tradicionalmente pescadores y cultivadores de mijo, hoy en día son bien conocidos en el ámbito político y literario, así como en las profesiones ejecutivas. La lucha tradicional todavía es muy popular en la región del Sine-Salum.
Los diolas, que conforman el 4% de la población, son los habitantes del Bajo Casamance y su historia es similar a la de los sereres. Resistiendo la invasión y la colonización musulmana, la población se convirtió gradualmente al islamismo y al catolicismo, pero las tradiciones animistas se mantuvieron fuertes. A diferencia de otros grupos étnicos, la sociedad diola es muy igualitaria: no hay castas, sino reyes al servicio del pueblo que viven con toda modestia en los pueblos del delta, como Usui. Los diolas se dedican tradicionalmente a la pesca y al cultivo de arroz, que ha sobrevivido a todas las presiones, coloniales y posteriores, porque está fuertemente ligado al bosque y a Casamance, una zona mucho más verde que otras regiones. Además de ser una región con un alto nivel educativo hasta los años ochenta, el francés se utiliza a diario y los jóvenes e intelectuales lo combinan libremente con el diola. Del mismo modo, otros pueblos establecidos en la región tienen una forma de vida muy parecida a la de los diolas, aunque difieren en sus lenguas y son muy minoritarios, como los pueblos banyum, balanta, manjaco, mankanya, karone y bandial, entre otros. Existen numerosos grupos étnicos en Casamance.

Los mandingas, el 3% de la población, son un gran grupo presente en toda África Occidental, alrededor de los ríos Senegal y Níger, y tienen su origen en Mali. Los mandingas experimentaron el islam en el siglo XI, pero se convirtieron a él en masa mucho más tarde. En Senegal hay varios grupos étnicos mandingas: malinke, sociés, bambaras, diakhantes y, los más numerosos, soninkés (alrededor del 1,7%). Estos últimos tienen la particularidad de que, aunque fueron islamizados durante la época de los imperios de Ghana y Mali, regresaron después al animismo antes de la segunda ola de espiritualidad en pos de Mahoma, que coincidió con el ascenso al poder de El-Hadj Omar Tall en el siglo XIX. Hoy en día, es una de las etnias que más ha emigrado a Francia.
Los bassari, bediks y jalonkés (o dialonkés) son pocos en número y viven una vida rural en el este de Senegal, en las montañas de Fouta Djalon, cerca de Kedougou, preservando unas tradiciones animistas muy fuertes y desarrollando el ecoturismo en las aldeas de los alrededores que han preservado su cultura original. Los más numerosos, los bassari, son conocidos por sus ritos de iniciación en mayo y viven alrededor de Salémata, a 80 km al oeste de Kédougou. Entre las dos ciudades, están los bediks, concentrados alrededor de Bandafassi e Iwol. Finalmente, al sur de Kedougou, los jalonkés cruzaron la frontera de Guinea-Conakri para asentarse a lo largo de la carretera fronteriza hacia Kedougou.
Poblaciones inmigrantes
Senegal es también un país de intercambios interculturales, una tierra de migración y de paso. Además del turismo, el país acoge a una serie de expatriados y migrantes que han llegado a Senegal de forma temporal o permanente en el marco de acuerdos de cooperación o comerciales. La esperanza de un mejor nivel de vida también ha alentado a muchas personas de países vecinos a trasladarse a zonas urbanas y periurbanas. Cabe destacar también el exilio de los refugiados mauritanos durante la crisis de 1989 entre los dos países. Hoy en día, estos últimos suelen poseer una joyería o un bazar, compartiendo pequeños negocios con sus homólogos de Senegal, África Occidental, Líbano y China.
Los libaneses llegaron a Senegal a finales del siglo XVIII. En ese momento, los senegaleses no podían inscribirse en el registro mercantil y, sin embargo, este derecho sí se concedió a los libaneses, que a continuación iniciaron su actividad comercial con los cacahuetes. Durante la guerra del Líbano (1975-1990), una nueva ola de migración llevó a muchos de ellos a África, en particular a Senegal. Actualmente, la diáspora libanesa en Senegal se estima en 25000 personas, la mayoría de las cuales son ciudadanos senegaleses o libaneses-senegaleses; la mayoría nacieron en Senegal, hablan wólof y saben muy poco sobre el Líbano. Su situación se deterioró en la década de 1990 por el auge de los pequeños comercios wólof. También presentes en otras profesiones, los líbanosenegaleses siguen teniendo dificultades para acceder a la clase política, incluso los jóvenes de cuarta generación. Hasta ahora, solo ha habido un ministro de origen libanés designado para el Gobierno: Haïdar El Ali; nombrado ministro de Ecología y Medioambiente en julio de 2012, fue reelegido en 2013, esta vez al servicio del Ministerio de Pesca y de Asuntos Marítimos. Renunció a este cargo en 2014.

Los chinos. La cooperación chino-senegalesa ha sido fuerte en los últimos años desde la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Beijing y Dakar en 2005. Como consecuencia directa, pueden verse flujos migratorios considerables, pero difíciles de cuantificar. En Senegal como en otros lugares, China no ha dudado a la hora de establecer programas de formación, de liberar fondos para la construcción pública, de conceder préstamos, de invertir en el sector marítimo o textil y de distribuir visados. En abril de 2010, Karim Wade —hijo del expresidente y exministro de Cooperación Internacional— obtuvo una decena de acuerdos con las más importantes compañías chinas, entre ellos uno relativo a la construcción de once puentes en Senegal, mientras que su padre financiaba un nuevo teatro nacional cerca de la estación central de Dakar; miles de millones llovieron sobre el país. Como resultado, un ciudadano chino podía desempeñar todo tipo de empleo en Senegal y, si su presencia no estaba cubierta por el marco de los acuerdos bilaterales, podían encontrarse en la red comercial, en los mercados de productos artesanos. Grandes o pequeñas, no todas las tiendas lograban hacer fortuna en el seno de esta diáspora tan heterogénea.

Por último, unas breves palabras sobre la comunidad francesa, que, como es lógico, está ampliamente representada en la diáspora occidental asentada en Senegal. Oficialmente, hay más de 20000 residentes franceses que están registrados en el consulado (fuente: Consulado General de Francia). En realidad, la comunidad se estima en 25000, principalmente francosenegaleses y franceses que no desean inscribirse, por no hablar de los numerosos propietarios de segundas residencias en Petite Côte, las islas Salum, Saint Louis y Cabo Skirring; aunque no son residentes, desempeñan un papel importante en sus comunidades.
Pequeño glosario de términos sobre el emigrante
«¡Barça o barakh!». Barça, es fácil, «Barcelona».
Barsakh es «morir». ¡
Barça o
barsakh! Se ha convertido en los últimos años en el lema de miles de jóvenes desesperados que prefieren la muerte en los caminos de la emigración a España, la puerta de entrada a El Dorado europeo que imaginan, a la eterna «sequía» de su país. Irse a cualquier precio, incluso si eso significa morir.
«Zurdo o goorgoorlou?» Las diversas fortunas de los emigrantes han dado lugar a una lengua que se escucha con más frecuencia en Louga que en otras partes. El periódico progubernamental
Le Soleil ha profundizado en su léxico. Extracto: «En Louga, hay dos tipos de emigrantes:
zurdos y
goorgoorlou [Nota del editor:
goorgoorlou significa " ingenioso" en wólof]». Los zurdos se caracterizan por su riqueza financiera y material: coches de lujo, villas ostentosas, gastos incontrolados en ceremonias de todo tipo, derroches al antojo de fantasías... Los
goorgoorlou, en cambio, son emigrantes normales, sus gastos son moderados, incluso reducidos. Tardan tres veces más que los primeros en recaudar dinero en Europa. Van construyendo sus casas paso a paso tras varias estancias en el extranjero (
Emigration à Louga: quand partir devient une obsession chez les jeunes, de Khadim Tall,
Le Soleil).
«Sunugaal». No se trata de un término de emigración, sino del título de un álbum de Didier Awadi, que participa a su manera en la lucha contra la emigración ilegal. Palabras inflexibles a los líderes que, según Awadi, preparan el terreno para todos estos proyectos de salidas clandestinas, imágenes de emigrantes africanos que tiritan de frío, con una mirada demacrada o con un dolor indescriptible. «Si todo funcionara bien / No nos meteríamos en estas canoas / Todo este lío / Eso no es lo que esperábamos / Nuestras canoas fluyen / Y son nuestros niños quienes dejan su vida allí».
Estilo de vida
Estilo de vida - Mujeres moliendo mijo.
© Tom Pepeira – Iconotec
Vida social
Nacimiento y edad. Con un índice de fecundidad de 4,3 hijos por mujer, Senegal se encuentra en el promedio de la zona. La esperanza de vida es de 61,7 años.
Educación. El índice de alfabetización es moderadamente alta (57,7% a nivel nacional), con una diferencia significativa entre hombres (69,7%) y mujeres (46,6%). En este sentido, los índices de matriculación alcanzaron el 96% en la escuela primaria en 2014, gracias a la financiación de la Alianza Mundial para la Educación, pero estos índices disminuyen al 42% en la educación secundaria y al 7% en la superior.
En este último caso, las mujeres representan una parte infinitesimal del porcentaje, especialmente en las zonas rurales.
Existe, sin embargo, una verdadera élite senegalesa, sobre todo en Dakar. La capital es la sede de la Universidad Cheikh Anta Diop (UCAD), con diferentes facultades, entre las que se encuentran Ciencias Humanas, Medicina y Farmacia, Economía y Ciencias Sociales. Creada en 1957, es la universidad más antigua del África negra francófona.
La segunda universidad pública, la Universidad Gaston-Berger (UGB), abrió sus puertas en 1990, a unos 10 km de la ciudad de Saint Louis; la primera piedra la colocó, en enero de 1975, el presidente Léopold Sédar Senghor. Finalmente, la Universidad de Ziguinchor es una nueva puerta hacia la educación.
Numerosas instituciones de enseñanza superior atraen a estudiantes de toda la subregión, entre las que se encuentran el Centro de Estudios para Técnicas de Información y de Comunicación (CESTI), la Escuela Interestatal de Ciencias y de Médicos Veterinarios (EISMV) y la Escuela Nacional de Economía Aplicada (ENEA). Senegal también ofrece varios cursos de enseñanza superior, en nuevas tecnologías, comercio, comunicación o marketing, en instituciones privadas de renombre.
Familia. Los europeos podrían aprender de Senegal en cuanto al tema de la familia. Aquí, con muy pocas excepciones, la familia está unida en concesiones familiares, con hijos que han crecido apoyando a sus padres, ahora demasiado mayores para trabajar. Así, los africanos en general y los senegaleses en particular se sorprenden —y esta palabra no refleja realmente este sentimiento— al saber que en Europa algunos mayores terminan sus vidas en residencias de ancianos. Así como que una mujer viva sola —aunque esto se aplica también a los hombres— es a menudo inimaginable en la sociedad senegalesa. Esto sigue siendo así a pesar de que, con la globalización, el apoyo familiar y la interdependencia entre mayores y jóvenes tiende a perderse.
Hábitat. Excepto en Dakar, las familias senegalesas suelen vivir en un terreno en el que todo está gestionado y organizado, a menudo por las mujeres.
Jubilación. Como en todos los países emergentes, el acceso a la sanidad, protección social y jubilación está reservado a la élite, a los pocos que pueden pagar por ello. En las zonas rurales, las plantas medicinales reemplazan a menudo a los antibióticos médicos occidentales.
Morabitos. La sociedad senegalesa es compleja y jerárquica. Sin entrar en detalles, podemos estimar que los dos extremos de esta pirámide están representados por los morabitos en la parte superior y por los
griots en la parte inferior.
Un buen morabito es digno de estima: se recurre a él para todo, ya que distanciarse es peligroso. En un pueblo serer, por ejemplo, hay al menos tres actos que provocan que una persona quede hechizada: el hechizo traído por los malos vientos, el hechizo lanzado por un morabito —que no se trata de la misma manera— o el hechizo lanzado por un espíritu insatisfecho porque alguien ha caminado sobre su sombra (invisible). Por lo tanto, es mejor tener cuidado con dónde se pisa (y salir protegido).
El morabito es aquel a quien acudimos en caso de estar hechizado o para hechizar a alguien. Pero también son parte importante del paisaje religioso senegalés, aunque estos morabitos se diferencian de los morabitos brujos: los morabitos religiosos juegan un importante papel económico y político, pues están facultados para discernir lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto, ante un tribunal de fieles que les debe obediencia absoluta. Por esta razón, los colonos los empleaban como administradores durante el desarrollo de la producción de cacahuete, cuando adquirieron, a causa de la subordinación que indujeron, un papel importante en esta economía.
El fenómeno ndaanaan. Según el diccionario wólof-francés, un
ndaanaan es una «persona de cultura y comportamiento arraigado en la tradición». Más comúnmente, el término se refiere a un «gran maestro de la palabra», según el académico senegalés Momar Coumba Diop. Al oponerse feroz pero pacíficamente a los franceses durante la era colonial, los ndaanaanos tenían su propia identidad cultural, que enarbolaban alto y claro. De origen wólof, estos hombres criticaron la administración sometida a los colonos y, más en general, la élite urbana, a la que acusaban de falta de raíces y de olvidar los valores tradicionales.
Beneficiándose de su posición privilegiada, podían seducir a cualquier mujer tanto por su altivez como por ser visitantes asiduos de lugares de lujo, hipódromos y salones.
Elegantemente vestidos con caftán (prenda de vestir de origen oriental, generalmente de seda y con colores vivos), orgullosos de llevar un casco colonial y moviéndose lenta y confiadamente, hay que reconocer que tenían su encanto. Además, solían ir escoltados permanentemente por una serie de cortesanos dedicados a tiempo completo. Este tipo de fenómeno ya casi no se observa, excepto durante las festividades.
Griots. Los
griots son la palabra de África, su historia, su biblioteca; es un hecho. Pero estos importantes narradores, los más importantes de los cuales eran invitados a las cortes reales,
reescribían la historia por encargo, por lo que también eran temidos y despreciados. Tradicionalmente, en el pueblos wólof y serer sus tumbas eran los baobabs, ya que no se consideraban dignos de entierro. En Senegal, se decía que un
griot enterrado había esterilizado la tierra donde tuvo lugar la ceremonia. Los
griots ocupaban la base de la escala social.; sus cuerpos se colocaban en el tronco de un baobab, vestidos con sus mejores ropas, pero sin ninguna otra forma de ceremonia. Sin embargo, se tapaba el hueco del árbol para protegerlos de chacales y de hienas.
Costumbres sociales
Poligamia. Polígamos o monógamos, en Senegal corresponde a los hombres hacer una elección irrevocable en su primer día de matrimonio. De hecho, el islam permite a los musulmanes tener hasta cuatro esposas, por lo que la obsesión de la mujer es mantener todo el interés de su marido para evitar, en la medida de lo posible, que se vaya y, sobre todo, tener que compartir sus privilegios con otra esposa. Las jóvenes mujeres urbanas desaprueban cada vez más la poligamia, aunque los hombres dicen que se están volviendo intratables.
La mujer en la sociedad senegalesa. La situación de las mujeres senegalesas, que constituyen oficialmente el 50,2% de la población, sigue siendo poco envidiable desde la perspectiva occidental, tanto en términos de acceso a la educación como de su condición de coesposas. Las jóvenes de Dakar están lejos de ser tan sumisas como se podría pensar.
Mutilación genital. La mutilación genital femenina está prohibida por ley en Senegal desde 1999 y puede ser castigada con penas de prisión, pero todavía se practica en el país y el tema es tabú en algunos lugares. Desde un punto de vista occidental, es una costumbre bárbara y de otro tiempo. La práctica la suelen realizar mujeres mayores sobre las más jóvenes. Muchos gobiernos han intentado prohibirlo del todo, pero lo único que han conseguido es que persista a escondidas. Actualmente, se ha usado la educación como método de divulgación y concienciación. En la ciudad, la costumbre ha ido a la baja, pero en los pueblos sigue siendo muy popular. La tasa actual de mutilación genital femenina en regiones como Kolda y Tambacounda sigue siendo del 87%.