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48 Y vosotros sois testigos de estas cosas.
49 He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
En pasajes tales como estos – los verdaderos paralelos de Mateo 25:32 – la distinción entre judíos y gentiles algunas veces llamados naciones, desaparece. Por lo tanto, la fraseología “todas las naciones” , designa al mundo – tanto judíos como gentiles – que es el objeto de la predicación del evangelio durante los últimos días.
Mateo 25:31-46 es la estrofa final de un tema de juicio que discurre a lo largo de todo el evangelio de Mateo (Mat. 7:22; 11:20-24; 12:36-42; 16:26, 27, etc.). Debemos interpretar Mateo 25:31-46 en línea con tales pasajes que hablan siempre de un único juicio o día del juicio. Estos pasajes enseñan que las naciones antiguas, las ciudades de los días de Jesús, “todo hombre”, y “todas las naciones” de toda la historia estarán allí. Mateo 25:31-46 debe considerarse en cuanto a su alcance absolutamente universal.
II. Romanos 2:5-16
5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,
6 el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:
7 vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,
8 pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;
9 tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego,
10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego;
11 porque no hay acepción de personas para con Dios.
12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados;
13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.
14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos,
15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos,
16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.
Este pasaje clave sobre el juicio ocurre en la amplia sección de Romanos que tiene como tema la revelación de la ira de Dios contra todos los hombres, Romanos 1:18-3:20. La sección 1:18-2:16 trata de la ira de Dios contra todos los hombres en general, mientras que 2:17-3:8 enfatiza la ira de Dios contra los judíos en particular; y 3:9-20 afirma la conclusión general. La estructura de esta sección de Romanos puede ilustrarse mejor por medio de dos círculos concéntricos.18

Una vez más, simplemente preguntaremos qué enseña este pasaje sobre el tiempo, los resultados, y el alcance del juicio que se tiene presente aquí.
Sus resultados son muy claros. Positivamente, es vida eterna. Observa las descripciones del v. 7: “vida eterna… gloria y honra e inmortalidad” y el versículo 10: “gloria y honra y paz”. Estas palabras describen claramente la dicha del estado eterno y la resurrección.
Negativamente, el resultado de este juicio también es claro. Es muerte eterna o castigo eterno. El contraste con la vida eterna (v.7) crea la suposición más fuerte de que Pablo está describiendo aquí el tormento eterno. Esta suposición es confirmada por el lenguaje que usa Pablo – todo el cual se refiere de manera característica a los tormentos del castigo eterno. Esto es así en el versículo 5 que habla de “ira” y del “justo juicio de Dios”, en el versículo 8 que habla de “ira y enojo”, en el versículo 9 que habla de “tribulación y angustia”, y en el versículo 12 que habla de aquellos que “también perecerán”.
La enseñanza de pablo sobre el alcance de este juicio también es enfática. En general el alcance es “cada uno” (v. 6); “todo ser humano que hace lo malo” (v. 9); “todo el que hace lo bueno” (v. 10); y “todos los que sin ley han pecado”; y “todos los que bajo la ley han pecado” (v. 12). En particular el alcance es tanto los justos como los impíos (nótese los vv. 7-10); tanto los judíos como los gentiles (nótese los vv. 9-12, donde la palabra griega habla de los que no tienen la ley); y tanto los vivos como los muertos (esto está claramente implícito en la suposición de Pablo de que tanto sus contemporáneos como aquellos en el pasado experimentarían este juicio. Observa el tiempo presente de los verbos en los versículos 4, 5, 7-10).
El tiempo de este juicio también está claro, por no decir enfático. Las siguientes consideraciones claramente apuntan al tiempo de este juicio como el de la segunda venida de Cristo. Primero, los paralelos entre los versículos 6 y 16 y Mateo 16:27 lo muestran.
El lenguaje de estos versículos es claramente paralelo a Mateo 16:27, pero en Mateo 16:27, hay una referencia explícita a la segunda venida de Cristo: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
En segundo lugar, el paralelismo entre las recompensas mencionadas aquí y las recompensas dadas a los cristianos en la Segunda Venida manifiestan esta conexión. Observa el versículo17 que habla de vida eterna y compáralo con Mateo 25:46. Observa los versículos 7 y 10 que hablan de gloria, y confróntalos con Colosenses 3:4; 1 Corintios 15:43; Romanos 8:18. Observa el versículo 7 que habla de inmortalidad y compáralo con 1 Corintios 15:53.
En tercer lugar, la mención explícita del día cuando Dios juzgará los secretos de los hombres por Jesucristo (vv. 5, 16) también deja claro el tiempo de este juicio. Este es el día del juicio enseñado en el evangelio de Pablo (v. 16). Para Pablo día es con frecuencia un sinónimo de juicio (1 Cor. 4:3). El día escatológico es el tiempo de la segunda venida de Cristo (1 Cor. 4:3-5; 2 Tes. 1:10; Rom. 13:12; 1 Cor. 1:8; 3:13; 5:5; Fil. 1:6; 2 Tes. 2:2).
Una vez más, nuestra tesis ha quedado plenamente establecida. Romanos 2:1-16 está hablando claramente de un juicio general que es absolutamente universal en alcance, que da como resultado vida eterna o muerte eterna; y que tiene lugar en la segunda venida de Cristo.
III. 2 Pedro 3:3-13
3 Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias,
4 y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento?
Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.
5 Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste,
6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;
7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.
8 Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,
12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
2 Pedro 3 es uno de los pasajes más ricos y más interesantes en la Biblia con respecto a la estructura de la escatología. Presenta su propia perspectiva única de la estructura de la historia redentora, mientras que al mismo tiempo confirma la tesis general que estamos estableciendo con respecto al juicio general.
El versículo 4 tomado con los versículos 9 y 13 muestra que el tema de este pasaje es la certidumbre de la promesa de Cristo de venir de nuevo. El término promesa, en cada uno de estos versículos se refiere a la promesa de la parousia, una palabra griega que habla de la segunda venida de Cristo como Su llegada. Hemos de notar aquí que el término “el día del Señor”, es equivalente a, y sinónimo de, la parousia de Cristo. Varias consideraciones lo demuestran:
1. Como se ha visto, a lo largo de todo el Nuevo Testamento el día del Señor Jesucristo es el día de la Segunda Venida.
2. El término Señor, designa a Jesucristo a lo largo de todo este pasaje y, de hecho, a lo largo de toda Segunda de Pedro sin excepción (3:2, 8, 9, 15, 18).
3. La conexión entre la mención en el versículo 9 de la “promesa” del Señor y la sustitución de la frase “día del Señor”, en el versículo 10 obliga a la identificación de los dos acontecimientos.
Es más, el término “día de Dios”, en el versículo 12 también es una referencia sinónima al mismo acontecimiento:
1. La conexión demanda esta identificación.
2. La designación “Dios”, puede ser una referencia a Jesucristo (2 Ped. 1:1). La segunda venida de Cristo, Su parousia, es el énfasis que impregna este pasaje.
Simplemente en sus términos y por sí misma, ¿cuál es la escatología de 2 Pedro 3:3-18? Pedro claramente divide toda la historia en tres mundos divididos por dos juicios universales (véase la siguiente figura).

Una vez se entiende este esquema simple, se puede llenar con todo tipo de detalles suministrados por Pedro.

El problema con ciertas interpretaciones falsas de este pasaje se puede ver claramente en la manera en que perturban este esquema simple pero profundo.
La interpretación preterista de este pasaje es adoptada típicamente por los postmilenaristas. Esta afirmación de J. Marcellus Kik personifica la mala interpretación preterista y postmilenarista de este pasaje:
Tal vez la gran piedra de tropiezo para la aceptación de la posición postmil es el malentendido del término “nuevos cielos y nueva tierra”. Muchos consideran esto como un concepto material en lugar de un término descriptivo de la economía del evangelio… Que esas palabras no son inaplicables a una revolución de una naturaleza moral y espiritual, lo podemos aprender de la descripción análoga de Pablo del cambio producido en la conversión (2 Cor.5:17; Gál. 6:15) y de la aplicación de Pedro de este mismo pasaje, “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2.Ped..3:13).19
Tales intérpretes entienden los nuevos cielos y la nueva tierra en una manera espiritual, es decir, no material, y como una referencia a la era del evangelio después de la destrucción de Jerusalén. El Nuevo Testamento en general y 2 Pedro 3 en particular no dejan lugar para este entendimiento. En 2 Pedro 3 hay tres consideraciones que lo refutan:
Primera, en este pasaje, el sujeto bajo consideración es la segunda venida literal de Cristo. La “promesa de la parousia” es probablemente una referencia a Hechos 1:11 entre otros pasajes. La referencia, claramente, no es a una venida espiritual. Una venida así no era el objeto que producía la burla del versículo 4. Los burladores estaban negando la posibilidad de cualquier interrupción sobrenatural de la uniformidad de la ley natural (v. 4). En 2 Pedro 3:3 el texto hace de los nuevos cielos y la nueva tierra una expectativa que aguardamos “según Su promesa” – y en este contexto la promesa no puede ser otra cosa que la promesa de la segunda venida de Cristo.
Segunda, en 2 Pedro 3 se tiene presente una destrucción material del mundo por fuego. Esta destrucción encuentra su analogía en la destrucción material del mundo por agua en el diluvio (vv. 6, 7, 10, 12).
Tercera, la crisis considerada en 2 Pedro 3 no trae la conversión de los impíos, sino su destrucción (vv. 9-12).
Una segunda interpretación falsa es desenmascarada por la simplicidad del esquema de Pedro. El Dispensacionalismo clásico, tal como es personificado en la Biblia de Scofield enseña que el día del Señor se extiende desde la segunda venida de Cristo hasta el final del milenio 1.000 años después.20

Además de la manera en que esta perspectiva distorsiona el esquema de Pedro de las últimas cosas, hay dos objeciones poderosas a esta teoría. Primera, carece de base exegética. Su base es simplemente las presuposiciones del Premilenarismo Dispensacionalista y la necesidad de justificar este esquema en la atmósfera hostil de 2 Pedro 3:3-13. Es inventada, es decir, para hacer que su esquema encaje en este pasaje. Segunda, esta teoría da lugar a un entendimiento forzado y antinatural de 2 Pedro 3:3-13. Nuestra objeción no es que el Día del Señor es literalmente un día de 24 horas, sino que está basada en las siguientes consideraciones:
1 El versículo 10 no tendría que decir “en el cual” sino “al final del cual”.21 No obstante, el significado natural de 2 Pedro 3:10 es que, cuando Cristo viene el mundo es destruido inmediatamente (no 1.000 años mas tarde).
2 Este entendimiento contradice la implicación clara del pasaje de que la destrucción del Día del Señor es una destrucción rápida (Mat. 24:37-44; Luc. 17:22-27). La analogía del ladrón (v. 10) implica una destrucción rápida (Mat. 24:42, 43; 1 Tes. 5:2ss.). Una destrucción que tiene lugar durante un período de 1.000 años es cualquier cosa menos rápida y repentina.
3 Esta teoría ignora el hecho de que en el Nuevo Testamento y en 2 Pedro 3:3-13 el día del Señor es un sinónimo de la parousia. Afirmar que el día del Señor dura 1.000 años es afirmar lo mismo con referencia a la parousia. El versículo 9 deja claro que la alternativa al arrepentimiento antes de la parousia es perecer. Una parousia o día del Señor de 1.000
años socava lo descarnado de esta alternativa.
4 Las analogías del diluvio y el día del Señor minan esta teoría. El día del Señor, como el diluvio, es un evento catastrófico no un período de tiempo que dura toda una era.
Hemos estado examinando el asunto del juicio general por medio de estos pasajes. Este pasaje ciertamente trata este asunto.
Claramente el tiempo de este juicio es la Segunda Venida de Cristo. Ya se ha mostrado que la promesa de la Segunda Venida de Cristo es el asunto dominante de este pasaje. Las frases “día del Señor”, y “día de Dios”, también se refieren a este evento como se ha mostrado. Observa especialmente la conexión del versículo 7 con los siguientes versículos y ve cómo Pedro pasa inmediatamente del día de juicio a la promesa de Su venida. Observa también el versículo 10 donde el día del Señor “en el cual los cielos pasarán” es obviamente una referencia a la promesa de Su venida, la cual ha formado el asunto del versículo 9. Esta identificación es confirmada por la afirmación de que “vendrá como ladrón”. En Mateo 24:43 esta misma frase se usa con respecto a la venida del Hijo del Hombre. Observa también el versículo 12, donde “la venida del día de Dios” es el tiempo en el que los cielos y los elementos serán quemados. Claramente, el día de Dios es equivalente al día del Señor y la venida de Cristo. En el versículo 13 es la “promesa” de Su venida, la cual se considera como precipitando no sólo la destrucción del mundo presente, sino la venida de “cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”
El alcance de este juicio claramente no es otra cosa que universal. El mundo como un todo es destruido (v. 7, “los cielos y la tierra”; v. 10, “los cielos y los elementos”; v. 12, “los cielos y los elementos”). El paralelismo con el diluvio, que se encuentra en el versículo 6, fortalece esta afirmación del carácter universal de este juicio. Es más, la mención de los nuevos cielos y la nueva tierra en el versículo 13 claramente declara su universalidad.
Los resultados de este juicio tampoco dejan lugar a la duda. Está la destrucción eterna de los malos. La destrucción eterna de los malos está implícita en la destrucción universal del mundo presente que trae el juicio. Es mencionada explícitamente en las referencias a su destrucción en estos versículos. El versículo 7 habla del “juicio y de la perdición de los hombres impíos”. El versículo 9 dice que los que no se arrepientan “perecerán” en la venida de Cristo.
También la bendición eterna de los piadosos claramente es un resultado de este juicio. El versículo 13 afirma que este juicio será el preludio de los nuevos cielos y la nueva tierra. Esto es claramente una referencia al estado eterno de los justos (Apo.21:1ss.).
Conclusiones Generales
Los tres pasajes principales del Nuevo Testamento afirman claramente que el tiempo del juicio venidero es la segunda venida de Cristo, los resultados del juicio venidero son vida eterna y castigo eterno, y el alcance del juicio venidero es general o, en otras palabras, absolutamente universal. Son lo suficientemente claros cuando se les considera separadamente. Cuando se les considera juntos y en conjunción con las otras muchas referencias al juicio general en el Nuevo Testamento, son absolutamente concluyentes a favor de un juicio general en la Segunda Venida de Cristo que marca el comienzo del estado eterno.
La implicación inevitable de esto es que el premilenarismo está excluido como el esquema bíblico de las últimas cosas. No hay lugar para un reino milenario habitado por hombres naturales, subsiguiente a la segunda venida de Cristo. Puesto que toda forma de premilenarismo requiere ese tipo de reino, el premilenarismo no puede ser reconciliado con esta estructura absolutamente fundamental de la enseñanza bíblica sobre las últimas cosas, su propia doctrina del juicio final.
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