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¿Pero existen realmente28 los Ángeles de Dios o son un estado mental del hombre29, tal vez un mito30 del pasado o una leyenda, «unas personificaciones de atributos y acciones divinas, o (…) vestigios de un politeísmo primitivo»31?
En realidad «en la historia de la humanidad siempre han existido grupos, creencias y religiones primitivas que afirman la existencia de los ángeles; ellos han sido llamados de diversas formas: espíritus, demonios, genios alados, dioses, etc. Para algunos, estos nombres significaban propiamente Ángeles buenos, para otros tanto Ángeles buenos al igual que ángeles caídos (demonios), sin distinción; y aún para otros, (…) los espíritus son propiamente considerados dioses (politeístas)»32. La creencia en la existencia de seres espirituales que podemos identificar con los ángeles33, la encontramos también en las religiones de la antigua Mesopotamia34 al igual que en el hinduismo, en el zoroastrismo en la antigua Persia, en el yasdanismo, en la religión sumeria, en la del antiguo Egipto, en la de los antiguos celtas, en la de la Antigua Grecia, en la de la Antigua Roma, en el judaísmo, así como en el islam.
Desde los inicios de la humanidad se ha dado la creencia en la existencia de los Ángeles de Dios y de ello es testigo fiel la Sagrada Biblia. Los Espíritus Bienaventurados son nombrados «desde el libro del Génesis hasta el Apocalipsis (…) y muestra los oficios que ellos desempeñan como servidores de Dios y mensajeros suyos para ayudar a los hombres»35. Es importante anotar que «el testimonio de la tradición cristiana acerca de la existencia de los Ángeles es unánime desde el principio y en este sentido, la existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente Ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición»36.
La duda o la negación de la existencia de los Espíritus Gloriosos se ha dado desde hace milenios. En la época de Jesús, los saduceos negaban su existencia al igual que lo han hecho los materialistas37 y racionalistas38 de todos los tiempos39 en sus diversas variantes, así como más recientemente también varios exégetas y algunos sacerdotes católicos y teólogos protestantes40. La teología modernista niega la existencia de los Santos Ángeles y los reduce a símbolos.
La negación de la existencia de los Espíritus Celestiales implica igualmente la refutación de la realidad de los ángeles caídos o demonios y por ende el rechazo de la existencia del Infierno. Conlleva a negar las enseñanzas y experiencias de Jesús al respecto, así como el sentido de su crucifixión. Supone refutar igualmente la realidad de las posesiones diabólicas y de los exorcismos durante al menos dos mil años.
El actual desapego hacia el mundo invisible no es ciertamente un progreso para la humanidad, «El hecho de que el hombre moderno, e incluso el cristiano, no tenga conciencia, o no la tenga plenamente, de la existencia y el poder de los Ángeles, ni ahoga esa existencia ni destruye ese poder. Por el contrario, esta ignorancia empobrece el espíritu del hombre (…) lo priva de una ayuda poderosa»41.
Hoy en día muchas personas tienen una profunda creencia en la existencia de los Santos Ángeles desde su infancia, originada en las enseñanzas de la Iglesia y por tradición familiar. Otras la tienen por experiencia propia directa o proveniente de diversas personas. Estas experiencias individuales42 son muy diversas y van desde la protección personal, guía, iluminación, sueños, voz audible, ayudas humanas que aparecen y desaparecen, asistencias inesperadas, experiencias cercanas a la muerte “near-death experience” (NDE), intervenciones sobrenaturales en situaciones dramáticas, gestos inexplicables que salvan la vida y otras formas. Otros tienen la creencia en la existencia de los Ángeles de Dios proveniente de testimonios de apariciones angélicas serias y auténticas en la vida de Jesús, de la Virgen, de los santos del Antiguo y Nuevo Testamento, de santos mártires, de santos anacoretas y de otros místicos cristianos.
En el presente escrito en lugar de concentrarnos en el conocimiento de los Santos Ángeles como lo hacen la mayoría de autores que han escrito sobre el tema, nos enfocamos más bien en la experiencia con los Ángeles de Dios proveniente de apariciones angélicas auténticas y debidamente registradas en los testimonios escritos de la tradición mística cristiana. Estas declaraciones han sido numerosas y sólidamente documentadas a través de la historia. En este sentido para la tradición mística cristiana, la mediación de los Espíritus Angélicos «es siempre la señal de una intervención directa y decisiva de Dios, que en ese momento ya no deja que los acontecimientos sigan su curso, sino que a través de los Ángeles toma milagrosamente las cosas en sus manos» 43.
La existencia de los Ángeles de Dios ha sido experimentada personalmente por grandes santos y místicos y relatada en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. De hecho, Jesús experimentó personalmente apariciones angélicas a lo largo de su vida. Probablemente la prueba de existencia más confiable de los Espíritus Celestiales se presente en los testimonios de apariciones angélicas en la vida de Jesús, de María y de los santos y místicos de la Biblia y posteriormente en las declaraciones de manifestaciones celestiales en la vida de mártires de los primeros siglos del cristianismo, de anacoretas y de otros místicos cristianos hasta nuestros días.
Las apariciones de Santos Ángeles, son para los cristianos, fenómenos de naturaleza mística44. La mística cristiana se enfoca en “la experiencia personal de Dios” más que en la reflexión, es decir se trata más de experimentar que de pensar o de conocer. Las apariciones angélicas son reconocidas como experiencias místicas45 sobrenaturales de carácter extraordinario como don de Dios, frecuentes en la vida de muchos místicos registrados en los testimonios escritos de la tradición cristiana como lo anotamos.
Las apariciones o visiones46 angélicas que se presentarán al lector en el presente libro, serán principalmente las manifestaciones visibles47 de los Santos Ángeles de dos tipos: las espirituales y las corporales. Las apariciones o visiones espirituales se presentan en imágenes y ocurren especialmente (pero no exclusivamente) durante periodos de éxtasis místicos48. Igualmente se presentan en sueños. Por otro lado, las apariciones o «visiones corporales de espíritus celestes»49 son las presencias visibles, percibidas por los ojos bajo forma corporal. Estas visiones corporales son una forma en la que los Santos Ángeles se «humanizan para entrar en contacto directo con nosotros»50.
Finalizaremos esta introducción mencionando que la presente obra se compone de cinco partes, todas referidas a las experiencias con los Ángeles de Dios: en la primera se presentan algunas vivencias personales de Jesucristo con los Santos Ángeles así como varias de sus enseñanzas acerca de ellos; en la segunda se describen algunas experiencias de María con los Espíritus Gloriosos; en la tercera se exponen vivencias de santos de la Biblia con los Espíritus Angélicos; en la cuarta se presentan las principales apariciones de San Miguel Arcángel a lo largo de los últimos veinte siglos y en la última parte se relatan varias apariciones angélicas extraordinarias en la vida de algunos mártires, anacoretas y otros místicos de ayer y de hoy debidamente registradas por escrito en los numerosos testimonios de la tradición mística cristiana.
22. En la presente obra, las palabras Biblia, Sagrada Biblia, Sagrada Escritura y Palabra de Dios se emplearán como sinónimos.
23. La palabra ángel en español, mal´ak en hebreo, ángelos en griego, ángelus en latín significa mensajero, enviado.
24. S. CANTERA MONTENEGRO, O.S.B, Ángeles y Demonios. Criaturas Espirituales, Ed. Edibesa, Madrid 2015, p. 28.
25. G. HUBER, Mi Ángel marchará delante de ti, Ed. Palabra, Madrid 1990, p. 11.
26. Los Ángeles son seres espirituales, no son energías como lo pretende la Nueva Era.
27. JUAN PABLO II (SAN), Catecismo de la Iglesia Católica, Asociación de Editores del Catecismo, Madrid 1992, Numeral 330.
28. No se ha de entender la palabra realmente como la existencia material física medible por las ciencias experimentales. Existen realidades de tipo sobrenatural ajenas a la medición científica.
29. T. KIENINGER, ORC, Los ángeles buenos y malos. Una pequeña angelología en 160 preguntas y respuestas, Orden de Canónigos de la Santa Cruz, Bogotá 2014, p. 26.
30. Mito del griego mythos que significa, relato o cuento.
31. A. URIBE JARAMILLO, Nuestros amigos los Ángeles, Ed. Lumen, Buenos Aires 2009, p. 8.
32. T. KIENINGER, ORC. Los ángeles buenos y malos. Una pequeña angelología en 160 preguntas y respuestas. Orden de Canónigos de la Santa Cruz, Bogotá 2014, p. 26.
33. S. CANTERA MONTENEGRO, O.S.B. Ángeles y Demonios. Criaturas Espirituales, Ed. Edibesa, Madrid 2015, pp. 211-234.
34. Probablemente el lugar del nacimiento de la religión.
35. A. URIBE JARAMILLO. Nuestros amigos los Ángeles. Ed. Lumen, Buenos Aires. 2009, p. 8.
36. JUAN PABLO II (SAN). Catecismo de la Iglesia Católica. Ed. Asociación de Editores del Catecismo, Madrid 1992, Numeral 328.
37. Los materialistas entendidos como aquellos cuyas creencias se basan únicamente en lo que puede verse físicamente, medir y experimentar.
38. Los racionalistas definidos como quienes admiten que solo existe aquello que puede comprenderse.
39. A. URIBE JARAMILLO, ORC, Nuestros amigos los ángeles. Ed. Lumen, Buenos Aires 1995, p. 7.
40. T. KIENINGER, ORC, Los ángeles buenos y malos. Una pequeña angelología en 160 preguntas y respuestas, Orden de Canónigos de la Santa Cruz, Bogotá 2014, p. 26.
41. G. HUBER, Mi Ángel marchará delante de ti, Ed. Palabra, Madrid 1990, p. 62.
42. Las experiencias personales con los Santos Ángeles no son exclusivas de los místicos; cualquier persona podría llegar a desarrollar una relación y una amistad con su Ángel de la Guarda. Sin embargo, no se ha de confundir la vivencia anterior con las apariciones angélicas como fenómenos místicos en tanto que experiencias sobrenaturales de carácter extraordinario que se presentan en la vida de muchos místicos cristianos.
43. G. HUBER, Mi Ángel marchará delante de ti, Ed. Palabra, Madrid 1990, pp. 13-14.
44. Los fenómenos de naturaleza mística o simplemente llamados fenómenos místicos, son maravillas sobrenaturales que acontecen en la vida de los místicos en distintos grados. Para los cristianos son gracias concedidas por Dios con el fin de conferir una unión más íntima con el alma del místico que la recibe y/o manifestar al mundo a través de aquel lo que desea comunicar Dios para la mayor edificación de las almas. Los fenómenos místicos se clasifican en tres grupos:
1) Fenómenos místicos de orden cognoscitivo, como las visiones o apariciones, las locuciones, las revelaciones, el discernimiento de los espíritus, la hierognosis, la ciencia infusa y otros.
2) Fenómenos místicos de orden corporal, como los estigmas, el sudor de sangre, las lágrimas de sangre, la renovación o cambio de corazón, el ayuno absoluto, la vigilia o privación prolongada del sueño, la agilidad, la bilocación, las levitaciones, las sutilezas, las luces o esplendores y el perfume sobrenatural.
3) Fenómenos de orden afectivo como los éxtasis místicos y los incendios de amor.
45. La mística hace referencia a una forma de experiencia muy compleja de lograr, en la que el alma humana llega a un extraordinario grado de unión con Dios mediante experiencias llamadas fenómenos místicos.
46. En la presente obra consideramos al igual que lo hacen la mayoría de los místicos cristianos, los términos apariciones y visiones, como sinónimos.
47. En la asistencia corporal visible, los Santos Ángeles normalmente lo hacen con aspecto humano, es decir se manifiestan con apariencia de ser humano, pero sin encarnarse. En algunas apariciones angélicas igualmente se presentan con alas para expresar que están por encima del mundo material, que no son seres terrestres, sino espirituales y como menciona santa Hildegarda de Bingen “vuelan rápido espiritualmente” como lo hacen los pensamientos del hombre con el fin de cumplir prontamente la voluntad de Dios. Inclusive los Ángeles más grandiosos como los Serafines se manifiestan con seis alas como lo atestiguan las experiencias de algunos místicos cristianos.
48. El éxtasis en la mística cristiana hace referencia a un fenómeno sobrenatural de un acto místico de unión intensa con Dios en la cual se suspende la actividad de los sentidos. Durante el éxtasis místico la conciencia está por fuera del mundo sensorial externo, permaneciendo insensible a la realidad ordinaria, a su cuerpo y a todo lo que lo rodea.
49. B. - M. MARÉCHAUX, La réalité des apparitions angéliques, P. Téqui Éditeur, Paris 1901, pp. 5-6.
50. Ibid., p. 6.
PRIMERA PARTE.
Jesucristo y los Santos Ángeles
Apariciones angélicas en la vida
de Jesucristo51
Las apariciones celestiales en la vida de Jesús constituyen una prueba muy valiosa de la existencia de los Santos Ángeles. La Biblia relata la manifestación de los Ángeles de Dios desde la «Encarnación hasta la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los Ángeles»52.
La Palabra de Dios narra varias apariciones angélicas53 de los Espíritus Gloriosos interviniendo activamente en momentos cruciales de la vida de Jesús, como cuando anunciaron su nacimiento, lo adoraron cantando alabanzas en esa ocasión, lo protegieron en su infancia, le sirvieron luego de las tentaciones en el desierto, lo confortaron en su agonía, anunciaron su Resurrección y en la Ascensión predijeron su retorno (Cuadro No. 1).
Cuadro No. 1
Apariciones angélicas en la vida de Jesucristo54
ManifestaciónDescripciónEn el nacimiento de JesúsAnunciaron su nacimiento a los pastoresLo adoraron cantando alabanzas en su nacimientoEn la infancia de JesúsLo protegieron durante su infanciaLuego de las tentaciones de Jesús en el desiertoLe sirvieron luego de las tentaciones en el desierto antes de iniciar su vida públicaDurante la agonía de JesúsAsistencia durante su agoníaLuego de la Resurrección de JesúsAnunciaron su ResurrecciónEn la Ascensión de JesúsPredijeron su retorno luego de la AscensiónAparición angélica anuncia el nacimiento de Jesús
El Ángel del Señor, anunció el nacimiento de Jesús a los pastores que se encontraban cerca de Belén y luego una multitud de Ángeles se le juntaron en un cántico de alabanza a Dios: «Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”» (Lc 2, 8-12).
Una de las místicas cristianas más grandes de toda la historia, la española María de Ágreda recibió en el siglo XVII revelaciones55 sobre el mundo angélico relacionado con la vida de la Virgen María y relata la visión de este anuncio de la siguiente manera: «Entre todos fueron muy dichosos los pastores de aquella región, que desvelados guardaban sus rebaños a la misma hora del nacimiento. Y no solo porque velaban con aquel honesto cuidado y trabajo que padecían por Dios; más también porque eran pobres, humildes y despreciados del mundo, justos y sencillos de corazón, eran de los que en el pueblo de Israel esperaban con fervor, y deseaban la venida del Mesías, y de ella hablaban y conferían repetidas veces. Tenían mayor semejanza con el Autor de la vida, tanto cuanto eran más disímiles de fausto, vanidad y ostentación mundana, y lejos de su diabólica astucia. Representaron con estas nobles condiciones el oficio que venía a ejercer el Pastor bueno, a reconocer sus ovejas, y ser de ellas reconocido. Por estar en tan conveniente disposición, merecieron ser citados y convidados como primicias de los santos por el mismo Señor, para que entre los mortales fuesen ellos los primeros a quien se manifestase y comunicase el verbo eterno humanado, y de quien se diese por alabado, servido y adorado. Para esto fue enviado el mismo Arcángel San Gabriel56; y hallándolos en su vigilia, se les apareció en forma humana visible con gran resplandor de brillantísima luz. Se hallaron los pastores repentinamente rodeados y bañados de celestial resplandor, y con la vista del Ángel, como poco ejercitados en tales revelaciones, temieron con gran pavor. Y el santo Príncipe los animó, y les dijo: “Hombres sinceros, no queráis temer; que os evangelizo un grande gozo, y es, que para nosotros ha nacido hoy el Salvador Cristo Señor nuestro en la ciudad de David. Y os doy por señal de esta verdad, que hallaréis al Infante envuelto entre paños, y puesto en un pesebre”»57.
El nacimiento de Jesús constituye un acontecimiento trascendental en la historia de la humanidad y por lo tanto Dios dispuso de una aparición angélica del Arcángel San Gabriel para anunciar este hecho a unos humildes pastores que se encontraban cerca al lugar del alumbramiento de Jesús. Esta manifestación celestial fue enriquecida luego con la presencia de una multitud de Ángeles de Dios.
Aparición angélica adora con cantos a Jesús en su nacimiento
Una legión de Santos Ángeles hace su aparición para adorar a Jesús su Señor juntándose al Espíritu Celestial en un cántico de alabanza: «Y de pronto se juntó con el Ángel, una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace”. Cuando los Ángeles, dejándoles, se fueron al Cielo, los pastores se decían unos a otros: Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado» (Lc 2, 13-14).
María de Ágreda, describe esta adoración de acuerdo a la revelación recibida del siguiente modo: «A estas palabras del Santo Arcángel apareció de improviso gran multitud de celestial milicia, que con dulces voces y armonía cantaron al muy alto, y dijeron: “Gloria en las alturas a Dios, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. Y repitiendo este divino cántico tan nuevo en el mundo, desaparecieron los Santos Ángeles; sucediendo todo esto en la cuarta vigilia de la noche. Con esta visión angélica quedaron los humildes y dichosos pastores llenos de luz divina, encendidos y fervorosos, con deseo uniforme de lograr su felicidad, y llegar a reconocer con sus ojos el misterio altísimo que ya habían percibido por el oído»58.
Protección angélica en la infancia de Jesús
Dios protegió la infancia de Jesús mediante visiones angélicas en sueños a san José. En la primera de ellas José recibe el mensaje de huida a Egipto: «Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle”. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo» (Mt 2, 13-15).
La mística María de Ágreda, relata este episodio que le es revelado con mucho detalle: «Como llegase el quinto día después de la presentación y purificación, estando la divina Señora en el templo con su infante Dios en los brazos, se le manifestó la Divinidad, aunque no intuitivamente, y fue toda elevada y llena del Espíritu Santo. Que si bien ya lo estaba; pero como Dios es infinito en su poder y tesoros, nunca da tanto, que no le quede más que dar a las puras criaturas. En esta visión abstractiva quiso el Altísimo preparar de nuevo a su única Esposa, previniéndola para los trabajos que la esperaban. Y hablándole y confortándola, le dijo: “Esposa y paloma mía, tus intentos y deseos son gratos a mis ojos, y en ellos me deleito siempre. Pero no puedes proseguir los nueve días de tu devoción que has comenzado; porque quiero que tengas otro ejercicio de padecer por mi amor, y que para criar a tu Hijo y salvarle su vida salgas de tu casa y patria, y te ausentes con él y con José tu esposo, pasando a Egipto, donde estaréis hasta que yo ordene otra cosa: porque Herodes ha de intentar la muerte del Infante. La jornada es larga, trabajosa y de muchas incomodidades; padécelas por mí, que yo estoy y estaré contigo siempre”»59.
María de Ágreda sigue con la revelación: «Cualquier otra santidad y fe pudiera padecer alguna turbación (como la han tenido grande los incrédulos) viendo que un Dios poderoso huye de un hombre mísero y terreno; y para salvar la vida humana se aleja y ausenta, como si fuera capaz de este temor, o si no fuera hombre y Dios juntamente. Pero la prudentísima y obediente Madre no replicó ni dudó; no se turbó ni inmutó con esta impensada novedad. Y respondió, diciendo: “Señor y Dueño mío, aquí está vuestra sierva con preparado corazón para morir, si fuere necesario, por vuestro amor. Disponed de mí a vuestra voluntad. Solo pido que vuestra bondad inmensa, no mirando mis pocos méritos y desagradecimientos, no permita llegue a ser afligido mi hijo y Señor; y que los trabajos vengan solo para mí, que debo padecerlos”. La remitió el Señor a san José, para que en todo le siguiese en la jornada. Y con esto salió de la visión, habiéndola tenido sin perder los sentidos exteriores, porque tenía en los brazos al infante Jesús, y solo en la parte superior del alma fue elevada; aunque de ella redundaron otros dones en los sentidos, que los dejaron espiritualizados, y como testificando que el alma estaba donde amaba, más que donde animaba. Pero el amor incomparable que tenía la gran Reina a su Hijo santísimo enterneció algo su corazón materno y compasivo, considerando los trabajos que había conocido en la visión para el Niño Dios. Y derramando muchas lágrimas, salió del templo para su posada, sin manifestar a su esposo la causa de su dolor; y el santo entendía que solo era la profecía de Simeón que habían oído. Pero como el el fidelísimo José la amaba tanto, y de su condición era oficioso y solícito, se turbó un poco viendo a su esposa tan llorosa y afligida y, que no le manifestaba la causa, si le tenía de nuevo. Esta turbación fue una, entre otras, razones, para que el Santo Ángel le hablase en sueños, como en la ocasión del preñado de la Reina dije arriba. Porque aquella misma noche, estando san José durmiendo, se le apareció en sueños el mismo Santo Ángel, y le dijo, como refiere san Mateo: “Levántate, y con el Niño y su Madre huye a Egipto, y allí estarás hasta que yo te vuelva a dar otro aviso; porque Herodes ha de buscar al Niño para quitarle la vida”. Al punto se levantó el santo esposo lleno de cuidado y pena, previniéndolo de su amantísima esposa. Y llegando a donde estaba retirada, le dijo: Señora mía, la voluntad del Altísimo quiere que seamos afligidos; porque su Ángel Santo me ha hablado y declarado, que gusta y ordena su Majestad que con el Niño nos vayamos huyendo a Egipto, porque trata Herodes de quitarle la vida. Animaos, Señora, para el trabajo de este hecho y decidme qué puedo yo hacer de vuestro alivio, pues tengo el ser y la vida para servicio de nuestro dulce Niño y vuestro»60.
Prosigue María de Ágreda: «“Esposo y señor mío”, respondió la Reina, “si de la mano liberalísima del muy alto recibimos tantos bienes de gracia, razón es que con alegría recibamos los trabajos temporales. Con nosotros llevaremos al Creador del Cielo y la tierra; y si nos ha puesto cerca de sí mismo, ¿qué mano será poderosa para ofendernos, aunque sea del rey Herodes? Y donde llevamos a todo nuestro bien, y el sumo bien, el tesoro del Cielo, nuestro dueño, nuestra guía y luz verdadera, no puede ser destierro; pues él es nuestro descanso, parte y patria. Todo lo tenemos con su compañía; vamos a cumplir su voluntad”. Llegaron María santísima y José adonde estaba en una cuna el infante Jesús (…) Lo descubrió la divina Madre, y no despertó; porque aguardó aquellas tiernas y dolorosas palabras de su amada: “Huye, querido mío y sea como el cervatillo y el cabrito por los montes aromáticos: venid, querido mío, salgamos fuera, vamos a vivir en las villas. Dulce amor mío (añadió la tierna Madre), cordero mansísimo, vuestro poder no se limita por el que tienen los reyes de la tierra; pero queréis con altísima sabiduría encubrirle por amor de los mismos hombres. ¿Quién de los mortales puede pensar, bien mío, que os quitará la vida, pues vuestro poder aniquila el suyo? Si Vos la dais a todos, ¿por qué os la quitan? Si los buscáis para darles la que es eterna, ¿Cómo ellos quieren daros muerte? Pero ¿quién comprenderá los ocultos secretos de vuestra Providencia. Señor y lumbre de mi alma, dadme licencia para que os despierte; que, si Vos dormís, vuestro corazón vela”»61.






