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Está claro, por otra parte, que la definición es la expresión de la esencia, y que la esencia no se halla sino en las sustancias, o cuando menos se halla en las sustancias sobre todo, ante todo, y absolutamente.
Parte VI
Si la forma sustancial es lo mismo que cada ser o es diferente, es el punto que precisamos analizar. Esto nos vendrá bien para nuestra investigación sobre la sustancia. Un ser no se aparta, al parecer, de su propia esencia, y la forma es la esencia misma de cada ser. En los seres accidentales la forma sustancial parece apartarse del ser mismo: hombre blanco se aparta de la forma sustancial de hombre blanco. Si hubiese identidad, habría identidad igualmente entre la forma sustancial de hombre y la forma sustancial de hombre blanco, porque hombre y hombre blanco es para nosotros la misma cosa; de donde se deducirá que no existe diferencia entre la forma sustancial de hombre blanco y la forma sustancial de hombre. ¿Aceptaremos, por tanto, que respecto de todos los seres accidentales el ser y la forma no son necesariamente la misma cosa? Sin ninguna objeción. Los términos comparados no son, en efecto, idénticos. Quizá se dirá que puede ocurrir accidentalmente que sean idénticos; por ejemplo, si se trata de la forma sustancial de lo blanco, de la forma sustancial de lo músico. Pero al parecer no es así.
En cuanto a los seres en sí, ¿existe necesariamente identidad entre el ser y la forma sustancial, en el caso, por ejemplo, de las sustancias primeras, si es que las hay, sustancias sobre las que ninguna otra sustancia, ninguna otra naturaleza, tenga precedente, como son las ideas según algunos filósofos? Si se admite la existencia de las ideas, entonces el bien en sí se aparta de la forma sustancial del bien, el animal en sí de la forma del animal, el ser en sí de la forma sustancial del ser; y en este caso debe haber sustancias, naturalezas, ideas, fuera de las formas en cuestión, y estas sustancias preceden a ellas, puesto que se refiere la forma a la sustancia. Si se separa de esta manera el ser de la forma, no existirá ya ciencia posible del ser, y las formas, por su parte, no serán ya seres; y entiendo por separación que en el ser bueno no se halle la forma sustancial del bien, o que en la forma sustancial no se produzca el ser bueno. Afirmo que no hay ciencia, porque la ciencia de un ser es el conocimiento de la forma sustancial de este ser. Esto se aplica al bien y a todos los demás seres; de manera que si lo bueno no se encuentra unido a la forma sustancial del bien, el ser tampoco estará unido a la forma sustancial del ser, la unidad o la forma sustancial de la unidad. Junto a ello, o la forma sustancial es idéntica al ser respecto de todas las ideas, o no lo es respecto de ninguna; de manera que si la forma sustancial de ser no es el ser, lo propio acontecerá con todo lo demás. Añádase a esto que lo que no tiene la forma sustancial del bien no es bueno. Luego es indispensable que el bien y la forma sustancial del bien sean una sola y misma cosa; que haya identidad entre lo bello y la forma sustancial de lo bello; y que lo mismo suceda con todos los seres que no son atributos de otra cosa, sino que son primeros y en sí. Esta conclusión es legítima, ya haya ideas o no, pero más quizá si las hay.
También es evidente, que si las ideas no son lo que pretenden ciertos filósofos, el sujeto del ser particular no es una sustancia. En efecto, las ideas son necesariamente sustancias y no atributos, de otro modo participarían de su sujeto.
Resulta de lo que precede, que cada ser solo constituye uno con su forma sustancial, que le es esencialmente idéntica. Resulta igualmente que conocer lo que es un ser es conocer su forma sustancial. Y así resulta de la demostración que estas dos cosas no son realmente más que una sola cosa.
En cuanto al ser accidental, por ejemplo, lo músico, lo blanco, no es exacto que el ser sea idéntico a su forma sustancial. El ser en este caso significa dos cosas: el sujeto del accidente y el accidente mismo; de suerte que bajo un punto de vista hay identidad entre el ser y la forma; bajo otro, no. No hay identidad entre la forma sustancial de hombre y la sustancial de hombre blanco, pero la hay en el sujeto, que experimenta la modificación.
Se advertirá fácilmente lo absurda que es la separación del ser y de la forma sustancial, si se da un nombre a toda forma sustancial. Fuera de este nombre habrá en el caso de la separación, otra forma sustancial, y así habrá una forma sustancial del caballo fuera de la forma sustancial del caballo en general. Y, sin embargo, ¿qué impide decir, desde luego, que algunos seres tienen inmediatamente en sí mismos su forma sustancial, puesto que la forma sustancial es la esencia? No solo hay identidad entre estas dos cosas, sino que su noción es la misma, como resulta de lo que precede, porque no es accidental que la unidad y la forma sustancial de la unidad sean una misma cosa. Si son dos casos diferentes, se irá así hasta lo infinito. Se tendrá de una parte la forma sustancial de la unidad, y de otra la unidad, y cada uno de estos dos términos estarán a su vez en el mismo caso. Es, por tanto, evidente que por lo que hace a los seres primeros, a los seres en sí, cada ser y la forma sustancial de cada ser son una sola y misma cosa.
En cuanto a todas las objeciones sofísticas que pudieran suscitarse contra esta proposición, evidentemente quedaron ya contestadas al resolver esta cuestión: ¿hay identidad entre Sócrates y la forma sustancial de Sócrates? Las objeciones encierran en sí mismas todos los elementos necesarios para la solución. Y así, bajo qué condición hay identidad entre un ser y su forma sustancial, y mediante qué condición esta identidad no existe, es lo que acabamos de determinar.
Parte VII
Entre las cosas que se desarrollan o llegan a ser, unas son producciones de la naturaleza, otras del arte, y otras del azar. En toda producción existe una causa, un sujeto, luego un ser producido; y por ser entiendo aquí todos los modos del ser, esencia, cantidad, cualidad, lugar. Las producciones naturales son las de los seres que provienen de la naturaleza. Aquello de lo que un ser proviene es lo que se denomina la materia; y aquello mediante lo que una cosa es producida, es un ser natural. El ser producido es, o un hombre, o una planta, o alguno de los seres de este género, a los cuales damos sobre todo el nombre de sustancias. Todos los seres que provienen de la naturaleza o del arte, poseen una materia, porque todos pueden existir o no existir, y esta posibilidad depende de la materia, que se ofrece en cada uno de ellos. En general la causa productora de los seres y los seres producidos se denomina naturaleza; porque los seres que son producidos, la planta, el animal, por ejemplo, poseen una naturaleza; y la causa productora, bajo la relación de la forma, posee una naturaleza semejante a la de los seres producidos, solo que esta naturaleza se encuentra en otro ser: un hombre es el que produce un hombre. Así consiguen su existencia las producciones de la naturaleza.
Las demás producciones se denominan creaciones. Todas las creaciones son efecto de un arte, o de un poder, o del pensamiento. Algunas provienen también del azar, de la fortuna; estas son, por nombrarlas así, producciones colaterales. Existen, por ejemplo, en la naturaleza seres que se producen lo mismo por una semilla que sin semilla. Nos ocuparemos después de las producciones casuales.
Las producciones del arte son aquellas cuya forma está en el espíritu; y por forma entiendo la esencia de cada cosa, su sustancia primera. Los contrarios poseen desde un punto de vista idéntica forma sustancial; la sustancia de la privación es la sustancia opuesta a la privación, la salud es la sustancia de la enfermedad, y como prueba de ello la declaración de la enfermedad no es más que la ausencia de la salud. Y la salud es la idea misma que está en el alma, la noción científica; la salud proviene de un pensamiento como este: la salud es tal cosa, luego es necesario, si se desea tenerla, que haya otra tal cosa, por ejemplo, el equilibrio de las diferentes partes; ahora bien, para producir este equilibrio, es necesario el calor. De esta manera se llega sucesivamente por el pensamiento a una cosa última, que puede inmediatamente producirse. El movimiento que realiza esta cosa se denomina operación, operación hecha en vistas a la salud. De suerte que, bajo un punto de vista, la salud viene de la salud, la casa de la casa, la casa material de la casa inmaterial; porque la medicina, el arte de construir, son la forma de la salud y de la casa. Por esencia inmaterial entiendo la forma pura.
Entre las producciones y los movimientos, existen unos que se denominan pensamientos, y otros que se denominan operaciones; los que provienen de la causa productora y de la forma son los pensamientos; los que poseen por principio la última idea a que llega el espíritu son operaciones. Lo propio se aplica a cada uno de los estados intermedios entre el pensamiento y la producción. Y así, para que exista salud, es necesario que exista equilibrio; pero ¿qué es el equilibrio? Es tal cosa: y esta cosa tendrá lugar, si existe calor. ¿Qué es calor? Tal cosa. El calor existe en potencia, y el médico puede lograrla. Por tanto, el principio productor, la causa motriz de la salud, si es fruto del arte, es la idea que está en el espíritu, si es fruto del azar tendrá verdaderamente por principio la cosa misma, por medio de la cual la hubiera producido el que la produce por el arte. El principio de la curación es probablemente el calor; y se produce el calor por medio de fricciones. Ahora bien, el calor producido en el cuerpo es un elemento de la salud, o va acompañado de otra cosa o de muchas que son elementos de la salud. La última cosa a que se llega, conduciéndose así, es la causa eficiente; es un elemento de la salud, de la casa, como las piedras; y lo propio ocurre en todo lo demás.
Es, pues, imposible, como hemos explicado, que se genere cosa alguna, si no hay algo que preexista: evidentemente es de toda necesidad la preexistencia de un elemento. La materia es un elemento, es el sujeto, y sobre ella se realiza la producción. En los mismos seres respecto de los que cabe la definición, también se halla la materia. En efecto, en la definición de los círculos realizados, entran en general dos elementos: la materia, el bronce, por ejemplo, y después la forma, tal figura, es decir, el género primero a que el objeto se refiere. En la definición del círculo de bronce entra la materia.
El objeto producido no toma jamás el nombre del sujeto de donde se origina; solo se dice que es de la naturaleza de este sujeto, que es de esto, pero no esto. No se dice una estatua piedra, sino una estatua de piedra. El hombre sano no adopta el nombre de aquello de donde se ha generado para llegar a la salud; la causa de esto es que la salud viene a la vez de la privación de la enfermedad y del sujeto mismo, al cual designamos como materia; y de este modo el hombre sano procede del hombre y del enfermo. Sin embargo, la producción se refiere más bien a la privación: se afirma, que de enfermo se hace uno sano, más bien que de hombre se hace sano. Por esta causa el ser sano no recibe la calificación de enfermo, sino de hombre y de hombre sano. En las circunstancias en que la privación es incierta o no tiene nombre, por ejemplo, cuando tal forma es producida sobre el bronce, cuando los ladrillos y maderas de una casa reciben tal forma, lo propio tiene lugar, al parecer, en esta producción que en la producción de la salud, la cual proviene de la enfermedad; y lo propio que en este último caso el objeto producido no recibe el nombre del objeto de que proviene, de igual manera la estatua no se llama madera, sino que recibe su nombre de la madera de que ha sido construida: es de madera y no madera; es de bronce y no bronce, de piedra y no piedra. También se expone: una casa de ladrillos y no una casa ladrillos. En efecto, si observamos con atención, se verá que no tiene absolutamente la estatua de la madera, ni la casa de los ladrillos. Cuando una cosa proviene de otra, existe una transformación de la una en la otra, y el sujeto no persiste en su estado. Este es la causa de esta sentencia.
Parte VIII
Todo ser que deviene o se hace posee una causa productora, entendiendo por esta el principio de la producción; existe asimismo un sujeto (el sujeto es, no la privación, sino la materia, en el sentido en que hemos tomado esta palabra, anteriormente); en fin, se hace algo esfera, por ejemplo, círculo, o cualquier otro ejemplo. Así pues, así como el sujeto no produce el bronce, tampoco produce la esfera, sino accidentalmente, porque la esfera de bronce es accidentalmente una esfera de bronce. Lo que él produce es la esfera de bronce, porque producir un ser particular es transformar un sujeto absolutamente indeterminado en un objeto determinado. Señalo, por ejemplo, que hacer redondo el bronce no es producir ni la redondez, ni la esfera, sino que es producir un objeto totalmente distinto, es producir esta forma en otra cosa. Si se produjese realmente la esfera, se la sacaría de otra cosa, y entonces sería necesario un sujeto, como en la producción de la esfera de bronce. Producir una esfera de bronce no quiere decir otra cosa sino realizar de tal objeto, que es de bronce, tal otra cosa que es una esfera. Si existe producción de la esfera misma, la producción será de la misma naturaleza; no será una transformación, y la cadena de las producciones llegará así hasta el infinito. Está por lo tanto claro que la figura, o cualquiera que sea el nombre que sea necesario dar a la forma realizada en los objetos sensibles, no puede derivar, que no hay respecto de ella producción, y que, sin embargo, la figura no es una esencia. La figura, en efecto, es lo que se realiza en otro ser, por medio del arte, de la naturaleza, o de una potencia. Lo que ella deviene, al realizarse en un objeto, es por ejemplo, una esfera de bronce; la esfera de bronce es el producto del bronce y de la esfera; tal forma ha sido configurada en tal objeto, y el producto es una esfera de bronce. Si se quiere que haya ciertamente producción de la esfera, la esencia provendrá de alguna cosa, porque será necesario siempre que el objeto producido sea divisible, y que tenga en sí una doble naturaleza: de una parte la materia y de otra la forma. La esfera es una figura cuyos puntos están equidistantes del centro; existirá por tanto de una parte el sujeto sobre el que obra la causa eficiente y de otra la forma que se realiza en este sujeto, y existirá, finalmente, el conjunto de estas dos cosas, de la misma manera que respecto de la esfera de bronce.
De lo anterior resulta, claro, que lo que se llama la forma, la esencia, no se produce; la única cosa que llega a ser o se hace es la reunión de la forma y de la materia, porque en todo ser que ha llegado a ser existe materia: de una parte la materia, de otra la forma.
¿Existe alguna esfera fuera de las esferas sensibles, alguna casa, sin ser una casa de ladrillos? Si la hubiese, no habría nunca producción de un ser particular, y únicamente se producirían cualidades. Ahora bien, la cualidad no es la esencia, la forma determinada, sino lo que da al ser tal o cual carácter, de tal forma que después de la producción se dice: tal ser posee tal cualidad. El ser realizado, por lo contrario, Sócrates, Calias, tomados individualmente, están en el mismo caso que una esfera particular de bronce. El hombre y el animal son como la esfera de bronce en general. Está, pues, claro que las ideas consideradas como causas, y este es el punto de vista de los partidarios de las ideas, suponiendo que haya seres independientes de los objetos particulares, son inútiles para la producción de las esencias, y que no son las ideas las que constituyen las esencias de los seres. También está claro que en ciertos casos lo que produce es de la misma naturaleza que lo que es producido, pero no idéntico en número; solo hay identidad de forma, como ocurre en las producciones naturales. Y así, el hombre produce al hombre. Sin embargo, puede existir una producción contra naturaleza; el caballo engendra al mulo; pero la ley de la producción es en este caso la misma, porque la producción tiene lugar en virtud de un tipo común al caballo y al asno, de un género que se acerca a ambos y que no ha recibido nombre. El mulo es quizás un género intermedio.
Se observa claramente que no existe necesidad de que un ejemplar particular suministre la forma de los seres, porque sería sobre todo en la formación de los seres individuales en la que serían útiles estos ejemplares, puesto que son estos seres los que comportan principalmente el carácter de esencia. El ser que engendra basta para la producción; él es el que da la producción; él es el que da la forma a la materia. Tal forma general realizada en estos huesos y en esta carne, he aquí a Sócrates y a Calias. Existe, sin embargo, entre ellos diferencia de materia, porque la materia difiere, pero su forma es idéntica: la forma no se puede dividir.
Parte IX
Podría plantearse por qué ciertas cosas son producidas más bien por la casualidad que por el arte, como la salud, mientras que con otras no ocurre lo mismo, por ejemplo, con una casa. La causa es que la materia, principio de la producción de las cosas que son hechas o producidas por el arte; la materia, que es una parte misma de estas cosas, posee en ciertos casos un movimiento propio, que no posee en otros. Tal materia puede poseer tal movimiento particular y otra no puede. Una multitud de seres poseen en sí mismos un principio de movimiento, y no les es posible tal movimiento particular; por ejemplo, no podrán bailar a compás. Por tanto, todas las cosas que poseen una materia de este género, las piedras, por ejemplo, no pueden asumir tal movimiento particular, a menos que no reciban un impulso exterior. Ellas poseen, sin embargo, un movimiento que les es propio; así ocurre con el fuego. Debido a ello ciertas cosas no existirán independientemente del artista, y otras, por lo contrario, podrán existir. Estas últimas, en efecto, podrán ser puestas en movimiento por seres extraños al arte, porque pueden recibir el movimiento, o de los seres que no poseen el arte, o de sí mismas.
Resulta claro de lo que hemos expuesto, que todas las cosas vienen en cierta manera de cosas que poseen el mismo nombre, como las producciones naturales, o bien de un elemento que lleva el mismo nombre; y así la casa deviene de la casa, o si se quiere del espíritu; el arte, en efecto, es la forma, la forma considerada como elemento esencial, o como generando ella misma un elemento del objeto; porque la causa de la realización es un elemento esencial y primero. De esta forma, el calor producido por la fricción es causa del calor en los cuerpos, el cual es la salud o un elemento de la salud, o bien va seguido de algo que es un elemento de la salud o la salud misma. Por esto se afirma que la fricción produce la salud, porque el calor produce la salud, a la que sigue y acompaña. Y así como todos los razonamientos poseen por principio la esencia (todo razonamiento parte en efecto del ser determinado), de igual manera la esencia es el principio de toda producción. Con las producciones de la naturaleza ocurre lo que con las del arte. El germen desempeña poco más o menos el mismo papel que el artista, porque tiene en potencia la forma del objeto, y aquello de donde procede el germen lleva por lo general el mismo nombre que el objeto producido. Digo por lo general, porque en este punto no hay que exigir un rigor exacto; el hombre procede del hombre es verdad; pero la mujer procede también del hombre. Por otra parte, es necesario que el animal pueda usar de todos los órganos, y así el mulo no produce el mulo.
Las producciones de la casualidad, en la naturaleza, son aquellas cuya materia puede tomar por sí misma el movimiento que imprime ordinariamente el germen. Todas las cosas que no se encuentran en esta condición no pueden ser producidas de otra manera que por una causa motriz del mismo género de aquellas a las que nos hemos referido.
No solo por la forma de la sustancia se prueba que toda producción es imposible; idéntica formulación se aplica a todas las categorías, a la cantidad, a la cualidad y a todos los demás modos del ser. Porque así como se produce una esfera de bronce, y no la esfera ni el bronce (y lo mismo se puede decir con aplicación al bronce considerado como una producción, puesto que siempre en las producciones existe una materia y una forma que preexisten), lo propio sucede con la esencia, con la cualidad, con la cantidad y con todas las demás categorías. Lo que se produce no es la cualidad, sino la madera que tiene tal cualidad; tampoco la cantidad, sino la madera, el animal que tiene tal cantidad.
De todo lo que precede resulta que en la producción de un ser es absolutamente preciso que la sustancia productora exista en acto; que haya, por ejemplo, un animal preexistente, si es un animal el producido. Pero no es necesario que haya una cantidad, una cualidad, que preexistan en acto; basta que existan en potencia.
Parte X
Toda definición es una noción, y toda noción tiene partes; por otro lado, hay la misma relación entre las partes de la noción y de las partes del objeto definido, que entre la noción y el objeto. Debemos preguntarnos ahora si la noción de las partes debe o no encontrarse en la noción del todo. Se encuentra en ciertos casos al parecer, y en otro no. Y así la noción del círculo no encierra la noción de sus partes; la noción de sílaba, por el contrario, encierra la de los elementos. Y sin embargo, el círculo puede dividirse en sus partes, como la sílaba en sus elementos.
Además de esto, si las partes son anteriores al todo, siendo el ángulo agudo una parte del ángulo recto, el dedo una parte del animal, el ángulo agudo será anterior al recto, y el dedo anterior al hombre; y sin embargo, el hombre y el ángulo recto parecen anteriores: por su noción es como se definen las otras cosas, y son también anteriores, porque pueden existir sin ellas. Pero la palabra parte, ¿no se entiende de diferentes maneras? Según una de las acepciones de esta palabra, significa aquello que mide en relación a la cantidad: dejemos aparte este punto de vista; se trata aquí de las partes constitutivas de la esencia. Si de un lado está la materia, de otro la forma y, por último, el conjunto de la materia y de la forma; y si la materia, la forma, el conjunto de las dos cosas son, como hemos dicho, sustancias, se sigue que la materia es, desde un punto de vista, parte del ser, y desde otro punto de vista no lo es. Las partes que entran en la noción de la forma constituyen solas, en este último caso, la noción del ser: y así, la carne no es una parte de lo romo; es la materia sobre la que se opera la producción; pero es una parte de lo chato, el bronce es una parte de la estatua realizada, no una parte de la estatua ideal. Es la forma lo que se expresa, y cada cosa se menciona por su forma; nunca se debe mencionar un objeto por la materia. Por esto en la noción de círculo no entra la de sus partes, mientras que en la noción de la sílaba entra la de sus elementos. Consiste en que los elementos del discurso son partes de la forma, y no materia. Los segmentos del círculo, al contrario, son partes del círculo en concepto de materia; en ellos se realiza la forma. Sin embargo, estos segmentos tienen más relación con la forma que el bronce, en el caso de que la forma circular se plasme en el bronce.
Los mismos elementos de la sílaba no entrarán siempre en la definición de la sílaba; las letras escritas sobre la cera, la pronunciación que golpea el aire, todas estas cosas son partes de la sílaba en concepto de materia sensible. Porque la línea no existe, si se la divide en dos partes; porque el hombre si se le divide en huesos, en nervios, en carne, perezca, no es necesario decir por esto que son partes de la esencia, sino que son partes de la materia. Son desde luego partes del ser realizado, pero no son partes de la forma, en una palabra, de lo que entra en la definición. Las partes, desde este punto de vista, no entran en ella. En algunos casos la definición de las partes entrará en la definición del todo, y en otros no entrará, como, por ejemplo, cuando no exista definición del ser realizado. Por esta razón, ciertas cosas poseen por principios los elementos en que se resuelven, y otras no los poseen. Todos los objetos compuestos que tienen forma y materia, lo chato, el círculo de bronce, se resuelven en sus partes, y la materia es una de estas partes. Pero todos aquellos seres, en cuya composición no entra la materia, todos los seres inmateriales, como, por ejemplo, la forma considerada en sí misma, no pueden absolutamente resolverse en sus partes, o se resuelven de otra forma. Ciertos seres tienen en sí mismos sus principios constitutivos, sus partes; pero la forma no posee principios, ni partes de este género. Debido a esto la estatua de arcilla se resuelve en arcilla, la esfera en bronce, Calias en carne y en huesos, y por la misma razón el círculo se resuelve en diversos segmentos. Porque existe el círculo material, y se aplica igualmente el nombre de círculo a los círculos propiamente dichos y a los círculos particulares, porque no existe nombre propio para designar los círculos particulares. Esta es la verdad sobre esta cuestión.