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Soy invisible, entiendo, simplemente porque la gente se niega a verme. Como las cabezas sin cuerpo que se ven a veces en los actos secundarios de los circos, es como si estuviera rodeado de espejos de vidrio duro que distorsionan. Cuando se me acercan solo ven lo que está a mi alrededor, a ellos mismos, o fragmentos de su imaginación, de hecho, todo y cualquier cosa excepto a mí109.
El protagonista de la novela usa la metáfora de la invisibilidad para describir su humanidad transparente y su sub personalidad en Estados Unidos.
Debido a que la infantilización y deshumanización son las bases de la sub personalidad, es importante definir estos términos con precisión. Los académicos han propuesto una variedad de maneras para definir la deshumanización110. En este libro se adopta la definición de «deshumanización» como la falta de reconocimiento de la humanidad de un individuo o grupo de personas. Cuando la humanidad de una persona o de una comunidad es invisible no se reconocen como humanos que tienen la capacidad mental, alma o agencia necesaria para entrar en el contrato social. Así, por ejemplo, mientras que la liberación de los esclavos de Estados Unidos privó a los dueños de esclavos de su propiedad, no hubo deshumanización porque la expropiación no negaba la identidad humana de los dueños de esclavos111. Al contrario, esta privación de la propiedad afirmó la humanidad de los antiguos esclavos. En contraste, la creencia nazi de que los judíos eran peste, la evidente creencia de los gobiernos coloniales y del apartheid en Sudáfrica de que los negros eran sub humanos salvajes, y la creencia militante de los hutus de que las vidas de los tutsis no valían más que las de las cucarachas son todas ejemplo de deshumanización, la cual llevó a la subordinación de estos grupos dentro del contrato social112. Además de la negación directa de la humanidad de una persona o comunidad al igualarlas a animales o insectos, hay otros mecanismos para negar su humanidad. La deshumanización resulta del uso diario de fuerza mortal, ya que la muerte es la forma más extrema de extinguir la humanidad de alguien. Así, por ejemplo, a pesar de que el propósito declarado de la mayoría de las expropiaciones de la era comunista fue redistribuir la propiedad y crear sociedades igualitarias, en la medida en que los Estados comunistas usaron la fuerza mortal para llevar a cabo las transferencias forzadas de propiedad ocurrió la deshumanización113. Otro ejemplo de deshumanización ocurre durante las guerras, cuando los soldados son rutinariamente sumergidos por propaganda que niega la humanidad del enemigo para que puedan involucrarse en asesinatos masivos en los campos de batalla114.
La infantilización es una forma de privación de la dignidad distinta a la deshumanización. La «infantilización» es la restricción de la autonomía individual o de un grupo con base en la falta de reconocimiento y respeto por su capacidad total de razonamiento. Aunque se reconoce la humanidad de una persona, su capacidad de autogobernarse racionalmente es negada115. Con frecuencia, la infantilización comporta tratar a los adultos como si fueran menores, y por lo tanto ubicarlos bajo la autoridad de otro. El contrato social requiere el consentimiento de un individuo para ser gobernado, así que hasta que los niños logran desarrollar las facultades mentales necesarias para consentir, son ciudadanos desiguales. En varios puntos de la historia, las sociedades han considerado que las mujeres adultas y los adultos de color no tienen las facultades mentales necesarias para convertirse en miembros de la comunidad política y por lo tanto, como a niños, se les ubica bajo la autoridad de otro.
La tradición filosófica europea está plagada del dogma supremacista blanco que infantiliza a las personas de color. Charles Mills anota que los grandes filósofos consideraban a los no blancos como una especie separada de salvajes sin la capacidad de razonar. Mills se refiere a:
Las especulaciones de Locke sobre las incapacidades de las mentes primitivas, la afirmación de David Hume de que ninguna raza salvo la blanca había creado civilizaciones valiosas, los pensamientos de Kant sobre las diferencias de racionalidad entre los blancos y los negros, la conclusión poli-genética de Voltaire de que los negros pertenecían a una especie distinta y menos hábil, el juicio de John Stuart Mill de que esas razas «en su minoría de edad» solo eran aptas para el «despotismo»116.
La supuesta racionalidad atrofiada de los no blancos justificó la dominación europea y su autoridad sobre ellos. Aun siglos después, estos ideales de supremacía blanca florecieron y sirvieron como base para el apartheid en Sudáfrica. La política racial opresora del régimen del apartheid fue predicada afirmando que «era el deber cristiano de los blancos el actuar como guardianes sobre las razas no blancas hasta el momento en que alcanzaran el nivel necesario para decidir sus propios asuntos»117.
Las mujeres también fueron infantilizadas rutinariamente debido a su supuesta capacidad limitada de raciocinio118. Bajo protección, las mujeres blancas fueron ubicadas bajo la autoridad de sus padres y luego de sus esposos porque la creencia social dominante era que las mujeres tenían las facultades mentales de un niño. Y por eso, aun como adultas, las mujeres casadas no podían tener propiedad independiente, contratar o demandar sin el permiso de sus esposos119. Las mujeres estaban bajo la autoridad de los hombres blancos en un estado interminable de minoridad.
Como se muestra en el Cuadro 1.2, la sub-personalidad tiene varias dimensiones. Bajo el colonialismo y el apartheid en Sudáfrica, los blancos consideraban a los negros como sub humanos (no civilizados, salvajes) y creían que era el deber de los blancos cristianos cuidar a esta gente infantil120. En consecuencia, los negros fueron tanto deshumanizados como infantilizados. Otros fueron infantilizados pero no deshumanizados. Por ejemplo, bajo protección, las mujeres eran tratadas como niñas, así que aunque su humanidad nunca fue puesta en duda, su habilidad para autogobernarse fue negada121. Por otra parte, ciertas clases de personas han sido deshumanizadas pero no infantilizadas. Igualar a los judíos a plagas y a los tutsis a cucarachas les niega su humanidad y facilita que la gente ordinaria participe en su exterminio122. Finalmente, ciertos grupos no son deshumanizados ni infantilizados, y los hombres blancos que tenían propiedad en los primeros años de Estados Unidos son un ejemplo perfecto. Mientras que los hombres blancos eran considerados adultos racionales y civilizados, solo aquellos con derechos de propiedad recibían los derechos de voto y ciudadanía completa123.
Cuadro 1.2. Dimensiones de la sub-persona
Deshumanizado No deshumanizado Infantilizado Negros en Sudáfrica bajo el régimen blanco «Salvajes» «Como niños» Mujeres blancas en la Inglaterra del siglo XVIII «Con facultades mentales disminuidas» No infantilizado Víctimas de los genocidios judío y de Ruanda «Plaga» “Cucarachas» Varones blancos propietarios en los primeros años de Estados Unidos «Racional» «Adulto» «Civilizado»Si la evidencia revela que un Estado se enfocó en un individuo o grupo y confiscó o destruyó su propiedad sin infantilizar o negar su humanidad puede que haya ocurrido un daño pero no constituye una expropiación de su dignidad. La retórica de un Estado o sus políticas –como se revela en el discurso de los agentes del Estado, documentos oficiales, historias orales o archivos– pueden proveer evidencia de que un Estado deshumanizó o infantilizó a un segmento de la población.
Sin pagar compensación justa o sin un propósito público legítimo
Hay un debate robusto en la literatura de la propiedad sobre lo que constituye compensación justa y lo que se califica como propósito público124. Una expropiación de la dignidad, sin embargo, es una expropiación más radical donde el Estado no paga nada que se aproxime al valor de mercado de la propiedad; o cuando la expropiación es parte de un intento más grande de deshumanizar o infantilizar al grupo que se está despojando en vez de cumplir un propósito público legítimo. Puede haber, sin embargo, una situación en la que el Estado paga, de hecho, una compensación justa, la cual tiene el efecto de reconocer que las personas despojadas son ciudadanos con derechos. Pero cuando la expropiación es parte de una estrategia mayor de deshumanización o infantilización, no hay tal reconocimiento, y en estos casos decimos que ha ocurrido una expropiación de la dignidad125.
En el siguiente capítulo, la idea de expropiación de la dignidad es examinada en el contexto sudafricano. Dejo a otros académicos la exploración empírica de si este concepto ayuda a entender mejor casos históricos tales como la confiscación de propiedad a los judíos por parte de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial; la expropiación por parte de Estados Unidos de la propiedad japonesa durante su internamiento; el apoderamiento estadounidense, canadiense y australiano de la propiedad de los nativos; la usurpación europea de la propiedad de los nativos durante el colonialismo y el apartheid; el exilio de las personas de ascendencia india de Uganda por parte de Idi Amin y la confiscación de su propiedad; y el decomiso de la propiedad de los kurdos en Irak por parte de Saddam Hussein.
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