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PRIMERA PARTE:
BITCOIN Y EL DINERO
1. ¿Qué es el dinero?
Cada vez que comparto a qué me dedico y cómo mi profesión está directamente relacionada con eso del Bitcoin, suelo obtener siempre la misma respuesta: «Lo he escuchado, pero la verdad es que no entiendo nada». Pero siendo sincero, Bitcoin no es difícil de comprender; simplemente su comprensión implica familiarizarse con muchos conceptos, la mayoría de ellos completamente nuevos. Me pregunto lo difícil que fue, en su momento, comprender cómo funciona Google, por ejemplo. Es por eso que vamos a ir por partes, empezando desde el principio de todo. Si Bitcoin es una forma de dinero, quizá antes deberíamos empezar por comprender qué es el dinero, ya que por muy absurdo que suene, es un tema bien desconocido.
1.1. Una primera definición de dinero
El dinero es uno de los elementos más importantes de nuestras vidas. Siempre existirá la visión que defiende que el dinero no es importante, que lo que realmente importa es la felicidad y las personas con las que acabas compartiendo tu vida. Y aunque esto tenga parte de verdad, la realidad es que no significa que el dinero no sea importante. Nuestras vidas giran en torno al dinero; por ejemplo, estudiamos para conseguir un buen trabajo y así ganar un buen dinero.
Si dejáramos de hacer uso del dinero, quedaríamos fuera del sistema, ya que no podríamos transferir valor los unos a los otros. Por ejemplo, si no tengo dinero, no puedo plantearme adquirir un coche, ir al cine o comprarme una casa. Todos estos productos o servicios están a nuestra disposición porque alguien ha dedicado tiempo y esfuerzo, y es lógico que esperen algo a cambio. Así, de alguna forma podemos decir que el dinero es como un lenguaje, más bien una metalenguaje, ya que sirve de apoyo a la lengua normal para podernos coordinar en sociedad con más facilidad.
No hay duda de que el dinero es fundamental. Sin él no podríamos mantener estructuras sociales como las que tenemos hoy. Por tanto, el siguiente paso es preguntarnos por qué hay materiales que se usan como dinero y otros no. O directamente: ¿cuándo surgió el dinero? Para responder estas cuestiones tendremos que viajar en el tiempo hacia nuestros orígenes.
1.2. El ser humano y el dinero
Los seres humanos somos una especie surgida tras millones de años de evolución. A nivel fisiológico no somos muy distintos de otras especies, pero seguramente una de nuestras más notables diferencias es nuestra «preferencia temporal» es decir, nuestra capacidad para pensar en el futuro.
Pongamos un ejemplo. Cuando un animal tiene hambre, su reacción automática es ponerse en busca de comida. Piensan y actúan. Su cerebro se enfoca principalmente en el presente, no está en sus preocupaciones si en dos semanas tendrá comida, eso queda demasiado lejos. Los humanos, en cambio, si tenemos hambre, es cierto que tenemos la opción de ponernos a buscar comida de forma automática, pero también tenemos la opción de dedicar tiempo para construir alguna herramienta para aumentar nuestra productividad. Por ejemplo, podríamos dedicar tiempo a construir una caña de pescar para así sacar más peces en menos tiempo. Invertimos tiempo hoy para recibir algo después. En otras palabras, tenemos la capacidad de pensar en el futuro.
De alguna forma esto nos permite entender el proceso de civilización que hemos vivido como especie. En un principio, cuando nuestra preferencia temporal era más alta, valorábamos menos el futuro y vivimos más al día. Con el tiempo, nuestra preferencia temporal empezó a bajar, lo que nos permitió, por ejemplo, cazar más de lo necesario para así almacenar alimento y comer en momentos difíciles. Por primera vez empezamos a acumular más de lo que necesitábamos. El aumento de productividad permitió a los seres humanos generar un excedente, lo que a su vez ayudó a que naciera el primer sistema económico de la historia; un sistema basado en el intercambio.
1.3. Los sistemas basados en el intercambio: el trueque
Con este sistema, las pequeñas comunidades que habitan en las mismas zonas ya no se ven como rivales, sino como posibles colaboradores. Intercambiando diferentes excedentes podían mejorar sus vidas y obtener cosas que necesitaban a cambio de otras que les sobraban.
Este sistema, a pesar de originar un punto de inflexión muy relevante en nuestra civilización, tenía muchas limitaciones:
1.Solo era viable el trueque en pequeños círculos, no permitía la creación de grandes economías.
2.Era necesario que hubiera una coincidencia de deseos. Yo no puedo hacer un trueque con una persona que no está interesada en hacer el trueque conmigo.
3.Era difícil determinar el valor de las cosas ya que muchas veces los objetos no eran divisibles, o eran difíciles de comparar.
4.Se hacía uso de elementos perecederos, es decir, que se estropean con el tiempo. Era difícil acumular valor si tu riqueza desaparecía en cuestión de semanas.
1.4. Una gran solución: el dinero moderno
A raíz de estas limitaciones, las comunidades se vieron obligadas a innovar y generar así una de las tecnologías más antiguas y relevantes que existen: el dinero.
Este no es más que un material que permite un intercambio indirecto entre dos personas. A pesar de su simpleza, el potencial de esta tecnología es enorme. Ahora, por ejemplo, ya no importa si no hay coincidencia de deseos porque existe un material intermedio con el que puedes acceder después a cualquier otro producto. El dinero es el elemento más líquido en una economía y es un elemento indispensable para vivir una expansión económica.
En definitiva, el dinero es una tecnología que aparece de forma natural entre los seres humanos para facilitar el intercambio de valor entre individuos, lo que a su vez permite generar comunidades más grandes, hasta llegar a construir pueblos o ciudades. Nacido hace más de quinientos mil años, el dinero es uno de los elementos clave en nuestro proceso evolutivo.
Aun así, configurar y desarrollar una forma de dinero no es tan sencillo. ¿Cómo se llega a un acuerdo entre diferentes comunidades sobre cuál va a ser el material que se usará como dinero? Durante la historia ha habido muchas formas de dinero: conchas, plumas, piedras preciosas… ¿Cómo se escoge qué material se va a utilizar? ¿Hay alguien que sea el elegido para escogerlo? Es decir, ¿se impone o se establece de forma natural?
La respuesta la encontramos en el nivel de vendibilidad de un material.
1.5. Vendibilidad de un material usado como dinero
Este concepto nos permite valorar cómo un material puede cumplir la función de dinero teniendo en cuenta tres aspectos. En función de lo eficiente que sea un material en relación con estos aspectos, se determinará que una forma de dinero sea «buena» o «mala».
Los tres aspectos utilizados para determinar la vendibilidad de un material son los siguientes:
1ª característica: valor reserva
Un material es un buen valor reserva cuando es capaz de conservar su valor durante el tiempo. Este rasgo viene dado por varios factores. El primero es que no se deteriore. Por ejemplo, la comida es un mal valor reserva porque tiene fecha de caducidad y, por tanto, no me permite acumular valor a lo largo del tiempo.
Una vez confirmamos que perdura en el tiempo, dicho material actuará como buen valor reserva en función de lo escaso que sea. Por ejemplo, las piedras comunes no son deteriorables, pero son abundantes, por lo que no es un buen valor reserva. Algo que existe en abundancia no puede ser nunca una buena opción para guardar valor. Esta conclusión lógica empieza a generar ciertas dudas sobre el dinero actual, ya que, como veremos más adelante, los bancos centrales tienen el poder de imprimir infinitas cantidades de dinero.
Una vez tenemos un material no deteriorable y escaso, ¿cómo comparamos cuál cumple mejor la función de valor reserva? La respuesta la obtenemos a través de una ratio conocida como stock-to-flow-ratio, que vendría a ser la ratio entre el material existente y el nuevo material introducido en la economía anualmente. Un ejemplo:
Pongamos que tenemos un material muy escaso, pero que anualmente, si invertimos tiempo y dinero para generar más de ese material, podemos llegar a encontrar un 10 % del total ya existente. Este material, por tanto, no es óptimo para conservar valor en el tiempo, porque estará sujeto a un nivel de inflación anual del 10 %. Cuando aparece más cantidad de un material, el mismo pierde valor. Hace cincuenta años, una Coca Cola costaba 0,10 USD y hoy cuesta 2 USD, pero no es que la Coca Cola valga veinte veces más, sino que el material que usamos como dinero vale veinte veces menos.
Por lo tanto, para que un material funcione de forma óptima como valor reserva, debe tener una stock-to-flow-ratio alta, o, lo que es lo mismo, que la cantidad anual de ese material que se introduce en la economía sea muy inferior al material ya existente. No es una coincidencia que durante miles de años el valor reserva por excelencia haya sido el oro. El oro ha demostrado durante miles de años que, aunque invirtamos el doble que el año anterior en extraerlo, vamos a sacar siempre alrededor del 1 % - 1,5 % del total existente. Esto permite que la gente pueda confiar en este material como valor reserva, ya que la historia demuestra que no es posible que su valor caiga por un aumento inesperado de la oferta total.
2ª característica: medio de cambio
Este aspecto determina cómo de aceptado está en una sociedad ese tipo de dinero. Cuanto más aceptado esté, más podré comerciar con él.
El nivel de aceptación de una forma de dinero tiene una relación directa con el grado de especialización y, por tanto, complejidad económica y comercial de una sociedad. Si yo puedo confiar en que el oro es una buena forma de dinero y que está altamente aceptada, puedo estar tranquilo con que siempre podré satisfacer mis necesidades con ese dinero. En consecuencia, será menos arriesgado especializarme en una actividad concreta: si yo no puedo confiar en una moneda o esta es poco aceptada, es difícil que me especialice en zapatos y me haga zapatero, porque el tiempo invertido en dominar esta actividad será tiempo que no habré invertido en aprender otras prácticas necesarias para sobrevivir (criar animales, cultivar vegetales, coser ropa…).
3ª característica: unidad de cuenta
Este rasgo de una forma de dinero determina si es capaz de dar una orientación del valor de las cosas. Por ejemplo, hoy en día podemos entender el valor de algo en función de su precio: los euros, dólares u otras monedas nos permiten calcular fácilmente el valor de los productos o servicios.
Esta característica va ligada a una baja volatilidad y, además, al nivel de desarrollo económico de una sociedad, ya que permite a los emprendedores calcular beneficios y pérdidas. Es decir, saber si la actividad ha sido rentable o no, algo complicado si se usa como dinero un activo muy volátil.
1.6. Resultados de un material vendible
Una vez entendemos qué es lo que hace que un material sea vendible, podemos también entender cuándo una moneda es «sólida» o «débil».
Una moneda es sólida cuando cumple correctamente los tres aspectos que determinan su vendibilidad. De estos, el más importante es su capacidad de guardar valor en el tiempo, es decir, su capacidad de actuar como valor reserva. Esto es debido a que los otros aspectos suelen nacer como consecuencia de que ese material sea un buen valor reserva (antes debe haber un proceso evolutivo). Inicialmente, el oro no se aceptaba en todas partes; fue demostrando su capacidad para guardar valor, lo que generó confianza entre la población para aceptarlo como método de cambio y, una vez adoptado, el valor de las cosas empezó a calcularse respecto al oro.
Una sociedad con una moneda sólida es aquella en que la población comprende que lo que ahorra hoy tendrá más valor en un futuro y hay incentivos para ahorrar e invertir en proyectos estables a largo plazo. Esto crea el escenario perfecto para el florecimiento de economías estables basadas en el ahorro y en las inversiones prudentes, y no en la deuda y las malas inversiones. Esto tiene consecuencias a nivel psicológico, ya que estas sociedades empiezan a adoptar comportamientos propios de personas con una baja preferencia temporal (valoran más el futuro que el presente), lo que se ve reflejado no solo en el consumo, sino en las relaciones o incluso en el arte.
Por otro lado, una moneda débil es aquella que es incapaz de guardar valor en el tiempo, lo que genera inestabilidad y bloquea el progreso económico y social. En algunos casos, estas monedas también son grandes impulsoras de una economía basada en el gasto y en la deuda. Esto es bastante lógico ya que, si una moneda pierde valor cada año, el mejor momento para gastar es hoy mismo. En definitiva, son monedas que van ligadas a la inestabilidad; es impensable vivir en una sociedad estable y que progresa cuando su forma de dinero pierde un 50 % de su valor de un año para otro.
Y con esto no estoy poniendo ejemplos hipotéticos. Sin ir más lejos, en peso argentino tuvo un nivel de inflación del 53 % durante 2019. En otras palabras, el gobierno empobreció a su población sin que los ciudadanos pudieran evitarlo. Esto sucede con todas las monedas débiles, monedas poco escasas y con un stock-to-flow muy baja.
2. Evolución del dinero
A lo largo de la historia ha habido muchas formas de dinero, algo normal ya que, como hemos visto, este es necesario para desarrollar grandes sociedades. Como la calidad de una forma monetaria depende de lo bien que cumpla ciertas características, es lógico que haya una competición sana entre diferentes formas de dinero. Con el tiempo, aquellas más vendibles se imponen sobre otras que aportan menos valor al ciudadano.
Por poner algunos ejemplos, ha habido sociedades que han utilizado conchas, sal, piel o vidrio, aunque con el tiempo fue el oro lo que se acabó imponiendo en la mayor parte del mundo como forma de dinero más aceptada. Simplemente era más sólido, conservaba mejor el valor.
Una moneda débil, que genere inestabilidad y en la que no se pueda confiar a largo plazo porque es susceptible de perder su valor fácilmente, acaba desapareciendo. Una moneda que constantemente pierde valor, acaba valiendo nada.
Este elemento es muy crítico dentro de una sociedad porque puede conllevar momentos de expropiación y empobrecimiento masivo de una población. Durante el imperialismo, los europeos se dirigieron a África cargados de vidrio, porque allí este material se utilizaba como dinero. Sin ninguna dificultad pudieron controlar a la población africana y sus sistemas de producción. Básicamente, los africanos vendían su riqueza real obtenida con tiempo y esfuerzo (recurso limitado) a cambio de un material que para los europeos era exageradamente fácil de conseguir (recurso ilimitado). En definitiva, debido a que la población africana utilizaba una forma débil de dinero, les expropiaron todas las tierras y propiedades a cambio de un material que no valía nada.
2.1. Descubrimiento del oro y la plata
Como hemos visto, un material es una buena forma de dinero cuando es altamente vendible. Claramente, el oro no fue vendible desde el primer momento, sino que pasó por muchos años de evolución. Primero convenció a la gente por su escasez, ya que permitía conservar valor en el tiempo de forma segura. Más tarde se empezó a utilizar como medio de cambio, ya que la gente confiaba en el valor de ese material. Finalmente, las cosas se podían valorar en relación con el oro. Es a partir de este momento cuando se impuso de forma clara sobre las otras formas de moneda y se posicionó como el dinero por excelencia.
Al utilizar oro, las sociedades vivieron muchos años consecutivos de estabilidad. Básicamente, el oro se impuso de forma natural por su vendibilidad.
El oro es un buen material para conservar valor, no se puede falsificar, es resistente, difícil de destruir y mantiene una stock-to-flow ratio alta gracias a su escasez y su dificultad de extracción. Una vez los tres aspectos principales se cumplen, se empiezan a valorar otros aspectos como la divisibilidad, la portabilidad, la facilidad de transferirlo y guardarlo o la facilidad para detectar falsificaciones.
2.2. El dinero durante el Imperio romano
En un mundo donde el oro ya se posicionó como material principal para conservar valor, surgieron períodos de estabilidad y expansión comercial que dieron lugar, en parte, al nacimiento de grandes imperios. Un ejemplo es el romano.
El gobierno creó una moneda basada en oro que era más vendible que el oro en sí mismo. Era más fácil de reconocer, transportar, facilitaba el intercambio… La gente confiaba más, estaba estandarizada y hacía más fácil el comercio. Esta —creada por Julio César— fue la primera moneda sólida de la historia. Se llamaba áureo y constaba de ocho gramos de oro por unidad.

Figura 1. Primera moneda sólida de la historia: el áureo de Julio César
El caso del Imperio romano nos ayuda entender la importancia de una moneda sólida en una sociedad y los perjuicios que conlleva que haya alguna entidad con el poder de manipularla y hacerla cada vez más débil.
El caso es que, con los años, los diferentes césares fueron devaluando la moneda. Si inicialmente tenía ocho gramos de oro por, el gobierno empezó a emitirlas reemplazando este por metales de menos valor. Llegó el punto en que la moneda se devaluó tanto —siempre con el fin de financiar los caprichos de la nobleza y las guerras— que la sociedad simplemente se derrumbó. Los precios subieron y la población pasó de tener monedas para poder comprar y comerciar, a tener trozos de metal con el que no podían comprar nada, principalmente porque era solo eso: metal.
La situación era tan crítica que a los productores ya no les salía rentable producir, haciendo que el comercio se colapsara y que los productores adoptaran economías más de subsistencia, rompiendo todo el comercio que se había creado durante muchos años de prosperidad.
El resultado fue la separación del Imperio romano y la entrada en la Edad Media, un periodo de más de mil años de baja prosperidad. Y no es que la población no fuera capaz de generarla, sino que no existía ninguna forma de dinero sólida, como fue el áureo, que permitiera a la sociedad prosperar y expandirse económica y comercialmente.
La realidad es que las verdaderas causas del fin del Imperio romano como civilización conectada comercial y económicamente fueron estas recetas económicas que hoy nos resultan muy familiares.
2.3. El dinero durante el Renacimiento
La suerte cambió a partir del Renacimiento cuando, en Florencia, la familia Medici (los primeros banqueros del mundo) crearon la segunda gran moneda sólida de la historia: el florín. En aquella época surgieron los primeros bancos, que básicamente ofrecían un servicio de custodia. La población guardaba de forma segura su oro en las bóvedas de los bancos a cambio de un coste. Con el tiempo, los bancos empezaron a crear «papeles» o letras que representaban aquel oro depositado en sus cajas fuertes. El papel, respaldado por oro, era más vendible que el oro en sí mismo, era más fácil de transportar y de intercambiar, y era más divisible. Aunque tardó unos cuatrocientos años en establecerse, finalmente el papel moneda respaldado en oro se acabó imponiendo sobre las propias monedas de oro.

Figura 2. Monedas acuñadas en Florencia durante la Edad Media
Este evento impulsó la aparición del sistema que más prosperidad y expansión económica ha generado: el patrón oro. Los gobiernos terminaron creando bancos centrales que acumulaban el 100 % del oro y después emitían el papel moneda estatal correspondiente. El proceso por el que los bancos centrales se fueron imponiendo y expropiando el valor de los bancos comerciales fue de lo más interesante. Básicamente el gobierno se dio cuenta del poder que representaba tener el control sobre la moneda. Hay un libro que te recomiendo, si quieres profundizar sobre el tema, que me dejó fascinado: ¿Qué ha hecho el dinero con nuestro dinero?, de Ludwig von Mises.
La vendibilidad de esta nueva forma de dinero no tenía precedentes. Era mucho más fácil de transferir y transportar y seguía siendo sólida porque mantenía las características del oro. En pocos años, las sociedades occidentales vivieron el momento de máxima expansión económica y comercial. Esta época, liderada por Gran Bretaña, se conoce como la belle époque y duró desde 1871 hasta 1914. Estuvo caracterizada por el libre comercio, importantes inventos y el nacimiento de una economía global. Esto dio paso a grandes inversiones y a la creación de enormes empresas que permitieron el inicio de la industrialización y la urbanización.
2.4. La Primera Guerra Mundial y el fin del patrón oro
En 1914 el mundo se vio inmerso en el inicio de la Primera Guerra Mundial, que terminó provocando la abolición del patrón oro en la mayoría de países.
Esta guerra, por primera vez mundial, es diferente a muchas otras, y ahora entenderemos por qué. Más que una guerra de armas, fue una guerra monetaria. En los años anteriores las guerras duraban hasta el punto en que la casa real o el gobierno de uno de los países se quedaba sin dinero para financiar las batallas. Esta guerra, en cambio, fue diferente a las anteriores ya que por primera vez los gobiernos, a través de los bancos centrales, tenían el control no solo de su riqueza, sino de la riqueza de toda la población.
El tipo de dinero que utilizaban los ciudadanos eran papeles respaldados por el oro que el banco central tenía guardado en sus cajas fuertes, y los gobiernos podían ir imprimiendo tanto dinero como quisieran aunque no estuviera respaldado por oro, y así financiar la continuación de la guerra. Esto, lógicamente, obligó a los países a abandonar el patrón oro.

Figura 3. Porcentaje del PIB correspondiente al gasto estatal. Broadberry & Harrison, 2005, p. 15
Tal fue el nivel de impresión de dinero por parte de los gobiernos, que hasta que uno de los bandos (Alemania principalmente) no llegó a la hiperinflación —empobreciendo así a toda su población—, la guerra no terminó. Durante los siguientes años, Alemania se vio inmersa en un momento de crisis e inestabilidad absolutas: habían generado tanto dinero que este, en sí mismo, ya no tenía valor.

Figura 4. Variación de la tasa de inflación. Broadberry & Howlett, 2005
Una de las pocas economías europeas que no renunció al patrón oro y que se abstuvo de aplicar políticas monetarias altamente inflacionarias fue Suiza. En consecuencia, el franco suizo vio como todas las otras monedas estatales se devaluaron a velocidades alucinantes.

Figura 5. Depreciación de las monedas nacionales frente al franco suizo durante la Primera Guerra Mundial - George Hall, «Exchange Rates and Casualties During the First World War», Journal of Monetary Economics, vol. 51
Si reflexionamos sobre este hecho, creo que lo podemos definir como una de las acciones más graves e injustas que pueden existir: un gobierno había empobrecido completamente a toda la población del país sin que las personas pudieran hacer nada para evitarlo. Esto solo es posible en modelos monetarios donde el control sobre el dinero recae en una entidad centralizada como es un gobierno. La historia demuestra que la tentación de crear dinero de la nada es demasiado tentadora. Tanto el Imperio romano como muchos otros imperios y países hicieron mal uso del poder de manipular la masa monetaria.
Este hecho generó tal inestabilidad que, unos años más tarde, vivimos la Segunda Guerra Mundial, impulsada principalmente por el malestar generalizado de la población, sobre todo de Alemania, causado por el derrumbe del tipo de dinero que se utilizaba.