España Verde. País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia

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De los orígenes a nuestros días
Prehistoria
La datación de las pinturas de Altamira permite remontar la presencia humana en esa región del norte peninsular a un período situado entre los 15500 y los 13500 años a. C. El descubrimiento de numerosas cuevas con pinturas o grabados rupestres en Cantabria, Asturias y el País Vasco demuestra además que la ocupación humana de la zona fue relativamente densa. Pero es en el siglo VI a. C. cuando los celtas, procedentes del Cáucaso y de las orillas del mar Caspio, empiezan a configurar una cultura propia con una identidad histórica en la zona, especialmente en las áreas de Asturias y Galicia, donde se desarrolla el núcleo central de la denominada cultura castreña. Este nombre proviene de sus asentamientos, los castros, poblados con cabañas de planta oval o circular rodeados por uno o varios recintos amurallados e instalados en lugares de fácil defensa. Los celtas introdujeron las técnicas para la obtención del hierro, lo que supuso el final de la Edad del Bronce en esta zona.
Edad Antigua
Tras sus victorias contra Cartago (220-202 a. C.), los romanos iniciaron la conquista completa de la Península, que culminarían al final del siglo I a. C. tras vencer a cántabros y astures, los últimos pueblos peninsulares que hicieron frente al avance romano. La guerra contra las tribus del norte de Hispania se inició en el año 29 a. C. bajo el mandato del emperador Augusto, que en el 26 a. C. tuvo que ponerse personalmente al frente de sus ejércitos ante los escasos logros obtenidos hasta el momento. Las guerras cántabras duraron diez años. También la resistencia de los celtas en Galicia y de algunas de las diversas tribus (de origen incierto) que habitaban el País Vasco actual fue notable.
De hecho, el proceso de romanización de las sociedades preexistentes, tan firme en la mayor parte del territorio peninsular, fue débil en estas regiones. Tan solo en la Galicia actual los romanos llegaron a imponer una presencia notable y a construir ciudades e infraestructuras destacables, como la muralla de Lugo o el faro de Brigantium (A Coruña), por citar los ejemplos más emblemáticos.
De los pueblos germánicos a la Reconquista
En 409 d. C., los suevos son el primer pueblo germánico que penetra en la Península y establece un dominio sobre un sector del territorio: la provincia romana de Gallaecia, con capital en Braga. Bajo el dominio de una minoría militar se impusieron a la sociedad galaicorromana preexistente en el noroeste peninsular y fundaron un reino. Más tarde, a partir del 507, los visigodos se instalan también en Hispania. Inicialmente conviven con los bizantinos, que ocupaban la región de la Cartaginense, y con los suevos de la Gallaecia, pero poco a poco fueron imponiendo su poder hasta que su reino llegó a abarcar toda la Península, con capital en Toledo. No está claro, sin embargo, que la invasión visigoda llegara a afectar a los territorios de Bizkaia y Gipuzkoa. En el año 585, el último rey de los suevos es derrotado por Leovigildo y su reino incorporado al de los visigodos.
Los árabes desembarcan en la Península en el 711. Pero su presencia e influencia en el norte peninsular será muy débil y breve. Incluso, al parecer, su aparición en tierras vascas es fugaz o casi inexistente y no llegan a internarse en Cantabria, que consideraron un territorio demasiado montañoso y hostil. Así, los valles de la cordillera Cantábrica servirían de refugio a la población cristiana de la zona. Hasta que un caudillo del pueblo astur, Pelayo, infligió la primera gran derrota a los árabes en Covadonga (Asturias) en el 718 o 722. Aquella batalla se considera el inicio de la Reconquista cristiana de la Península, que no finzalizaría hasta ocho siglos más tarde con la conquista de Granada en 1492.
Pelayo fundó el primer reino cristiano peninsular, el reino de Asturias, que abarcaba también inicialmente bajo su órbita el territorio de Cantabria y posiblemente los de Bizkaia y Álava. Entre 739 y 757, Alfonso I el Católico fue el primer monarca astur que se aventuró a la conquista de Galicia, aunque esta no culminaría hasta ya muy avanzado el siglo XI.
Edad Media
En el siglo IX es descubierto el sepulcro del apóstol Santiago, un hecho de gran trascendencia para el desarrollo social y cultural de estas regiones del norte peninsular. También cabe destacar, entre los siglos IX y XI, las constantes incursiones de piratas normandos y vikingos en las costas del Cantábrico y del Atlántico gallego. En 857 una expedición vikinga saquea Santiago.
A partir del 924, el reino de Asturias pasará a formar parte del reino de León y, por tanto, Oviedo pierde su condición de capital en beneficio de León. Sin embargo, en 1065, a la muerte de Fernando I, el reino de León quedó dividido entre sus dos hijos, lo que supuso un periodo efímero (de solo seis años) con un reino independiente de Galicia. Mientras tanto, a partir del 1040 buena parte del actual País Vasco se hallaba bajo jurisdicción del señorío de Vizcaya, inicialmente un condado del reino de Navarra, pero que llegaría a adquirir una organización política propia hasta su integración definitiva en el reino de Castilla en 1379. También con fueros particulares, Gipuzkoa y Álava se integran en la corona castellana, en 1200 y 1332 respectivamente. En 1296 se constituyó la Hermandad de las Villas de la Marina de Castilla con Vitoria, una federación de los principales puertos del Cantábrico que representó un importante poder naval al servicio de la corona de Castilla, dedicado esencialmente al comercio marítimo internacional, pero que llegó tener enfrentamientos bélicos con ingleses y franceses.
A aquella primera unión política entre los reinos asturiano y leonés le seguiría muy posteriormente la unión del reino de León con el reino de Castilla (en 1230). A partir de 1348, tras la muerte de Alfonso IX, se inicia un largo periodo de castellanización del reino, con la pérdida de peso político de los territorios fundadores y de debilitamiento de las hablas regionales. Galicia pierde su voto en Cortes y delega su representación a la ciudad de Zamora. Entre la nobleza y la administración gallegas, astures o del territorio vasco se hace hegemónico el uso de la lengua castellana.
Ya en el siglo XV tiene lugar en Galicia la denominada guerra de los Irmandiños (1467-1469), una verdadera guerra civil iniciada por un levantamiento de carácter popular y antiseñorial.
Antiguo Régimen
Durante el reinado de los Reyes Católicos se acentúa el proceso de desarticulación de la cultura y las instituciones gallegas, astures y vascas. El uso de las lengua gallega o vasca queda reducido a los ámbitos familiares y su cultivo literario no se retomaría hasta el siglo XIX. En cambio, en 1587 se crea la provincia de los Nueve Valles, bajo jurisdicción directa de los Reyes Católicos, que se considera el origen de Cantabria como región administrativa.
Con el reinado de los Austrias, la marginación y la decadencia económica en el norte peninsular sigue incrementándose. Los puertos y los barcos gallegos o del Cantábrico quedan apartados del negocio de la ruta de las Indias, aunque adquieren un papel relevante en las empresas españolas en el Atlántico norte hasta el desastre de la Armada Invencible. También será importante el papel de numerosos navegantes vascos en la exploración del Nuevo Mundo y otros territorios (Miguel López de Legazpi, Juan Sebastián Elcano, Juan de Garay…).
Así, el norte peninsular entra en el siglo XVIII con un constante goteo de inmigración y absolutamente inmerso en una grave crisis económica, que se vería agravada por la guerra de Sucesión. Al contrario que en los territorios de la Corona de Aragón, sin embargo, tras este conflicto bélico Navarra, Álava, Gipuzkoa y Bizkaia conservaron sus fueros de origen medieval.
Hacia la mitad de este siglo XVIII, el espíritu de la Ilustración tiene aquí una importante representación, especialmente con las figuras de Benito Jerónimo Feijoo en Galicia y Gaspar Melchor de Jovellanos en Asturias. En el País Vasco se funda a finales de siglo un movimiento ilustrado liderado por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, que fomenta un interés creciente por la unificación de las provincias vascas y prefigura la toma de conciencia de la identidad vasca moderna.
No sería hasta 1775 cuando el puerto de Santander obtuvo permiso para abrirse al comercio con América. En 1778 le seguiría el de A Coruña y poco a poco esta posibilidad se iría extendiendo a los puertos del norte peninsular. Es un periodo de cierto desarrollo económico e incipiente industrialización (hornos de fundición en Liérganes a mediados del siglo XVII, altos hornos de Sargadelos en 1796), que sin embargo se verá truncada por la invasión napoleónica y la consiguiente Guerra de la Independencia. El norte peninsular jugaría un papel relevante en este episodio histórico. Tras la batalla de Pontesampaio, en 1809, Galicia es la primera región española en verse liberada.
Siglo XIX
La inestabilidad política que vivirá España en este periodo, con constantes pronunciamientos militares, cambios de régimen y enfrentamientos bélicos, afectará de pleno al norte peninsular, que será escenario destacado de la guerras carlistas. Galicia permanece mayoritariamente en el bando isabelino, mientras que en el País Vasco el sistema foral entra en colisión con el sistema constitucional español y el carlismo se posiciona en defensa de la visión tradicionalista de los fueros, dominante sobre todo en las áreas rurales. En 1839 tiene lugar en Ramales de la Victoria (Cantabria) la decisiva victoria de los ejércitos realistas frente a los carlistas. Los fueros fueron sustituidos en las entonces denominadas Provincias Vascongadas por los conciertos económicos.
A nivel económico, es el siglo de la llegada del ferrocarril y de una incipiente industrialización en algunas zonas, especialmente Asturias y el País Vasco. En Asturias la minería se convierte en el principal motor de la economía, junto con una notable industria siderúrgica, aunque la población seguía siendo eminentemente rural, al igual que en Galicia o Cantabria. A partir 1845 se implanta en Bizkaia una industria siderúrgica moderna que se convertiría en el estandarte de la industrialización de este territorio durante las décadas siguientes y hasta finales del siglo XX.
Esta es también una etapa de renacimiento y reivindicación de las lenguas regionales tras siglos de olvido (Rosalía de Castro en Galicia) y de los movimientos políticos regionalistas y nacionalistas en Galicia y el País Vasco, que se incrementarían a principios del siglo XX. En 1817 Santander es designada capital de la provincia, cuyos límites ya eran los mismos que los de la actual comunidad autónoma. En 1895 Sabino Arana funda el Partido Nacionalista Vasco.
Siglo XX
En 1920 se crea en Galicia el grupo Nos, reivindicador de la cultura gallega, encabezado por la figura de Alonso Rodríguez Castelao, y nueve años más tarde se funda el primer partido político gallego de proyección estatal, la ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma), encabezado por Casares Quiroga. También en Asturias surgen a principios de siglo algunas fuerzas regionalistas. En el País Vasco estos movimientos están ya bastante más consolidados de la mano, especialmente, del PNV.
En 1931, los partidos republicanos triunfan en las elecciones municipales en las grandes ciudades. El rey se ve obligado a abandonar el país. Se proclama la Segunda República.
Texto profundamente innovador, la Constitución de la Segunda República reconoce los hechos diferenciales vasco y gallego. Sin embargo, la victoria electoral de la coalición de centro derecha en 1933 frena cualquier intento de descentralización del poder. En 1934 tiene lugar una revuelta de los mineros de Asturias que es castigada con nueve días de bombardeos.