Hijas e hijos de la Rebelión. Una historia política y social del Partido Comunista de Chile en postdictadura (1990-2000)

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Esto quedó plasmado en un texto que sería la base de la plataforma del Movimiento de Izquierda Democrática Allendista (MIDA), referente en el que confluyeron los esfuerzos unitarios del CUI. Esta plataforma planteaba una ruptura radical con la institucionalidad de la dictadura. Por ejemplo, convocar a una asamblea constituyente para elaborar una nueva Constitución Política del Estado, que reemplazara la creada por Pinochet. Un nuevo modelo de desarrollo, opuesto al neoliberal impuesto por el ex dictador. Una política de defensa de los recursos naturales y autonomía en materia de relaciones exteriores, etcétera153. Producto de la pequeña incidencia de sus aliados y el desprestigio a nivel nacional en el que se encontraba sumido el PC, los planteamientos del CUI fueron recibidos con absoluta indiferencia por la opinión pública. Demostrando su voluntad de salir de la crisis que lo envolvía desde el año anterior, y a contrapelo de los agoreros que pronosticaban su fin, la organización se preparaba para competir en las futuras elecciones. El objetivo era levantar una lista alternativa a la Concertación y a la derecha en todo el país. Esa sería la manera de demostrar la vigencia de la «verdadera izquierda»154.
Con todo, a partir de sus definiciones, como las de rechazar los acuerdos con la derecha, convocatoria a plebiscito y asamblea constituyente o a la movilización social para presionar por los cambios institucionales, el PC se condenaba a quedar marginado del quehacer político-institucional durante toda la década. Las prácticas de las élites políticas se basaron en lo que se ha denominado el «gradualismo» de los cambios político-institucionales. Es decir «nunca se apostó por un nuevo pacto constitucional», o sea, un cambio radical del régimen jurídico existente155. De esta manera, el PC hizo una apuesta que lo alejaba del papel protagónico que había tenido en el sistema de partidos hasta 1973. En esa etapa, el PC había sido articulador, junto a fuerzas de izquierda y de centro, de importantes reformas políticas y sociales. Sin embargo, en esta ocasión optaba por mantenerse al margen de una coalición de esas características. Más que una supuesta ceguera política provocada por una impenitente ortodoxia, esta decisión se relacionó con profundas diferencias políticas con el oficialismo y por cuestiones propias de los aspectos subjetivos, como sus imaginarios y el apego a las tradiciones partidarias.
En efecto, las decisiones sobre la coyuntura política y las modificaciones de los imaginarios tienen diferentes temporalidades. Estos últimos mutan en la mediana duración, por ser parte constituyente de visiones de mundo que dan sentido al quehacer de las personas. Los cambios suelen ser traumáticos y más progresivos. En cambio, la política es coyuntural y puede cambiar de manera más abrupta. De esta manera, ya decíamos que el PC comenzó a abandonar la Política de Rebelión Popular a fines de 1988 y 1989, cuando aceptó participar en las elecciones parlamentarias. Asumió tempranamente, muy a su pesar, que la política sería dentro de la institucionalidad desde el 11 de marzo de 1990, día que asumiría como nuevo presidente Patricio Aylwin. Su comportamiento político posterior ratificó esta decisión. Sin embargo, desde el punto de vista subjetivo, los comunistas se siguieron considerando antisistémicos. Desde esta perspectiva, es posible prolongar este influjo en los imaginarios políticos del PC durante toda la década de 1990. La iconografía, el lenguaje, las referencias musicales y artísticas, se basaron en el relato heroico de la generación llamada los «hijas e hijos de la Rebelión», en referencia a las y los militantes que se forjaron en la lucha contra la dictadura, entraron a militar durante los años de «todas las formas de lucha» o que fueron partidarios de esta orientación política dentro del PC. Al respecto, corría un chiste entre los comunistas, que hacía referencia a que, de acuerdo a los testimonios, «todos estuvieron en el Frente Patriótico». El orgullo partidario durante los noventa continuó estando basado en haber sido capaces de empuñar un fusil contra la dictadura. Para la modificación de este imaginario pasarían muchos años.
De esta manera, el PC, junto con abocarse a la construcción de un espacio político propio («la tercera fuerza» o «alternativa de izquierda»), también fue parte y colaboró en la mantención de expresiones culturales alternativas o críticas a la oficial. Se solidarizó con artistas y creadores de distintas corrientes, pero unidos por una mirada crítica hacia la llamada «transición democrática». Muchas personas, sin ser comunistas, encontraron en sus espacios editoriales y actividades culturales un lugar donde mostrar sus creaciones.
El perfil antisistémico, rebelde o revolucionario de los comunistas se expresó por medio de distintas actividades, que revindicaban la línea de la Rebelión Popular como una expresión justa de lucha contra la dictadura. Una de ellas fue sostener la solidaridad con los presos políticos, que durante 1991 realizaron distintas movilizaciones en demanda de su libertad. A mediados de año, 150 prisioneros se declararon en huelga de hambre, exigiendo su pronta liberación. En aquella oportunidad, rechazaban enérgicamente la propuesta que les hacía el gobierno para agilizar su liberación. Esta consistía en que renegaran del uso de la violencia, algo considerado grotesco por los presos, pues para ellos, «fue el accionar de los presos políticos el que facilitó el retorno a la democracia y la instalación del actual Gobierno»156. De esta manera, desde la óptica de los comunistas, mientras siguieran existiendo personas en prisión por sus actividades contra la dictadura, la democracia chilena estaría en deuda y no merecería denominarse así.
En la misma línea de revindicar a la generación de los «hijos de Rebelión», el PC no dudó en realzar los nombres de los combatientes chilenos que habían perdido la vida en la guerrilla nicaragüense y salvadoreña. Naturalmente, muchos de ellos eran militantes del PC al momento de morir. Además, tampoco tenía inconvenientes en rendir homenaje a la memoria de ex militantes que se habían retirado del partido en 1987 con el «Frente Autónomo». Este tipo de reafirmaciones que hacían los comunistas sobre lo realizado en el pasado era la fuente que abastecía las críticas en su contra, especialmente aquellas que hacían alusión a la supuesta ambigüedad del PC ante la violencia157.
Por otra parte, la persistencia de la dureza de la represión policial y la persecución a la libertad de prensa, parecía ratificar la percepción comunista sobre el «continuismo» que representaba la Concertación. En mayo de 1991, con ocasión de un aniversario más de la detención y desaparición en 1976 de la dirección clandestina del PC, los integrantes de la Comisión Política fueron brutalmente golpeados por la policía. Esta buscaba evitar la realización de un acto de homenaje frente a la casa donde habían sido detenidos los dirigentes comunistas. De acuerdo a las informaciones, tres dirigentes del PC terminaron en la asistencia pública, producto de diversas heridas. Por su parte, la dirigente Gladys Marín –además viuda de uno de los caídos en 1976– «sufrió directamente los efectos de la acción policial, puesto que fue golpeada y arrojada al suelo». Los días siguientes estalló la polémica, porque el ministro del Interior, el demócrata cristiano Enrique Krauss, justificó el accionar de la policía. El significado del episodio lo resumió el dirigente del PPD Jorge Schaulsohn: «Estoy enfurecido y anonadado porque en un gobierno democrático, Carabineros se da el lujo de actuar como si estuviésemos en plena dictadura»158. El respaldo brindado por el gobierno al accionar de carabineros contra los dirigentes del PC coronaba el quiebre entre este y la autoridad. La recepción de la militancia comunista de este tipo de hechos, era que el gobierno carecía de verdadera voluntad política para profundizar la democracia. Otros hechos, como allanamientos a sedes partidarias, detenciones y seguimientos a militantes, golpizas realizadas por desconocidos, alimentaban la autopercepción comunista sobre que la verdadera democracia todavía era una tarea pendiente159.
Por otra parte, durante 1991, el PC comenzaba a sacudirse de los fuertes resabios de la vida clandestina. Al respecto, una de las principales novedades fue la lenta recuperación de sus sedes partidarias, la mayoría confiscadas luego del golpe de Estado de 1973. Entre otras, destacó la recuperación del local que desde 1991 se convirtió en la nueva sede del Comité Central del PC, ubicado en calle San Pablo, en Santiago Centro. Adquirido durante la clandestinidad, su inauguración siguió los rituales de la mística comunista: presencia de cantores populares; intervención del arquitecto que había diseñado la construcción y el saludo de los presos políticos, a través de la presencia de Pedro Marín (recibido con una «ovación de pie»)160. La campaña de finanzas fue otra actividad al que el PC asignó gran importancia durante 1991, actividad que constituía un clásico entre los rituales comunistas. Asociada a la venta en las calles de El Siglo, las estructuras partidarias se organizaban para realizar actividades públicas para cumplir sus respectivas cuotas. Por ejemplo, una célula de Lo Espejo barrió calles en una feria navideña; otra organizó un paseo de fin de año; en San Miguel, se recorrieron industrias pidiendo colaboraciones; otras, organizaron bailes, «completadas», rifas, vendieron humitas, etc. Asimismo, se convertía en una instancia para sanar algunas heridas dejadas por la crisis de 1990, recuperando militantes alejados o sentidos por las pugnas. También en el nivel de base, el PC continuó desplegando su experiencia de generación de medios de comunicación, que durante la dictadura habían permitido dar a conocer sus posiciones en los sectores populares. Así, a pesar de la crisis del año anterior y del clima político adverso, el activismo político de los y las militantes del PC chileno continuó desplegándose cotidianamente161.
Otra forma de marcar presencia político-cultural del PC en la base social, era a través de actos de memoria. Por ejemplo, en el acto de homenaje a los dirigentes del PC secuestrados y hechos desaparecer por agentes de la dictadura en mayo de 1976, los discursos eran solo una parte de la actividad. Se contó con la presencia de cantores populares y la actuación del grupo de danza «Espiral». Un papel destacado tenía el festival «El pueblo le canta a Violeta», en homenaje a la cantora popular Violeta Parra, fallecida en 1967. Este evento se organizaba con una serie de pre-festivales realizados en localidades de provincia y comunas populares de Santiago. En el festival de cierre, participaron el Ballet Pucará, el Conjunto de Danzas de la Población La Victoria, actores del teatro «El Riel» y numerosos cantores populares162.
A través de la multiplicación de este tipo de actividades, organizadas a nivel de base por el PC en diversas partes del país, se reproducía una cultura popular alternativa a la dominante. Se preservaba la memoria y los rituales que reproducían las tradiciones de la izquierda chilena. La convocatoria y organización de estos eventos reunía a personas que no eran comunistas y a una parte de la cultura de izquierda chilena. Esta, invisibilizada en tiempos en que «caían las catedrales» y primaba «la democracia de los acuerdos», siguió desarrollándose fuera de los focos del interés de los medios de comunicación, controlados mayoritariamente por la derecha chilena. Tal como como sucedía en el movimiento sindical, otro espacio de subsistencia del PC chileno en tiempos de crisis, la batalla por la memoria y la mantención de una cultura alternativa fue un aspecto fundamental para lograr la subsistencia de la organización.
121 «Resoluciones del XVI Pleno del CC», Partido Comunista de Chile 8, 9, 10 marzo de 1991, p.2.
122 Ibid. p. 5. y «PC insiste en entrega de nombres», La Nación del 6 de marzo de 1991, p.8.
123 En febrero, rechazó la propuesta «Paz para Chile», auspiciada por senadores PPD y DC junto a los derechistas Sebastián Piñera e Ignacio Pérez Walker, ver «El PC no quiere propuestas secretas» y «PC: Propuesta por la paz puede ser camino hacia la impunidad», La Nación del 4 y 11 de febrero de 1991, respectivamente.
124 «Un crimen contra el proceso democrático», El Siglo del 7 de abril de 1991, p. 4.
125 Sobre estas organizaciones, Pedro Rosas, Rebeldía, prisión política y subversión. Crimen y castigo en la transición chilena (1990-2004), LOM ediciones, 2004.
126 «Ofensiva alarmante» (editorial), en El Mercurio del 22 de marzo de 1991.
127 «Sin perdón ni olvido», El Mercurio del 31 de marzo de 1991, cuerpo D, p.4.
128 «PC: ambigua postura frente al extremismo», La Nación de 3 de marzo de 1991. Las críticas de Leal, «Terrorismo es acto de delincuentes comunes», La Tercera del 1º de abril de 1991.
129 Ver El Mercurio del 4 de abril de 1991; «DC: Opiniones de Corvalán son inaceptables y erradas», La Nación del 5 de abril de 1991; «ARCO se refiere a Corvalán», La Nación del 4 de abril de 1991; «PPD lanza toda su artillería contra el Partido Comunista» y «El PC de Volodia es una colectividad de ultraizquierda», La Nación del 10 y 7 de abril de 1991, respectivamente. Meses más tarde, incluso sectores pertenecientes al oficialismo no descartaban su ilegalización, ver declaraciones del dirigente demócrata cristiano Adolfo Zaldívar en «PC debe entregar armas», La Nación del 10 de octubre de 1991.
130 Ver «Dirigentes del PC serán citados a declarar» y «PC iniciará acción legal contra juez», en La Nación del 20 y 21 de abril de 1991, respectivamente.
131 Ver «Volodia: Si hay armas deben entregarse», La Nación del 6 de abril de 1991. Otra declaración pública del PC calificando como erradas las declaraciones de Corvalán, en «Dirigente PC advierte giro a la derecha en política», La Nación del 14 de abril de 1991. La declaración pública del PC, «Para garantizar el curso democrático», El Siglo del 21 de abril de 1991, p. 5. Otras declaraciones que expusieron la posición del PC ante la violencia política y el terrorismo, discurso de Gladys Marín, «Para creer en Chile, verdad y justicia», en El Siglo del 19 de mayo de 1991, p. 2.
132 «Ante los acontecimientos en la URSS», en El Siglo del 25 de agosto de 1991, p. 5.
133 El Mercurio del 22 de agosto de 1991.
134 «Sucesos en las URSS han conmocionado a los comunistas», en El Mercurio del 25 de agosto de 1991.
135 Andrés Allamand declaró que el PC chileno, «hoy debería efectuar un último acto de obediencia e imitación, anunciando que se autodisolverá», en alusión a las noticias sobre el fin del PCUS. Meses más tarde, Luis Guastavino decía que «lo que corresponde es terminar totalmente y cuanto antes esta experiencia comunista que fracasó en formar estrepitosa en «PC debe disolverse o reestructurarse», El Mercurio, 28 de agosto de 1991, y «El Partido Comunista es un incordio para la izquierda», La Nación, 5 de octubre de 1991.
136 «¿Lo de los comunistas…? Una tragedia», en El Mercurio del 21 de abril de 1991, p. D8 y D7.
137 Durante 1991, renunciaron al PC el economista Manuel Riesco Larraín y José Sanfuentes, este último integrante del Comité Central y la Comisión Política. Pero sus salidas fueron silenciosas y ambos mantuvieron una relación cordial con su ex tienda política. Ver «Sanfuentes renunció al PC», «Otra renuncia en el PC: Manuel Riesco» y «Sanfuentes y Riesco confirman renuncias», en La Nación del 1, 2 y 3 de octubre de 1991, respectivamente.
138 Todas las citas en «Sensibilidad militante», en El Siglo del 1 de septiembre de 1991, p. 20.
139 A las semanas del fin de la URSS, Volodia Teitelboim, secretario general del PC, publicó una elegía al Che Guevara: «El legado del guerrero heroico», en El Siglo del 6 de octubre de 1991, p.14 y 15. Además, en las páginas de la prensa comunista se dio amplia cobertura a la posición de Cuba ante el colapso de la URSS.
140 «Bases para la discusión del proyecto de nuevos estatutos del Partido Comunista de Chile», en El Siglo del 7 de abril de 1991, Separata, p.1.
141 Riquelme, op. cit. p. 248-249.
142 Sobre el caso del PCF, Kriegel, op. cit. La descripción sobre la historiografía conservadora del comunismo, Serge Wolikow, «Aun origines de la galaxia communiste: l’Internationale», en Dreyfus et al., op. cit. p. 293.
143 Al respecto, fue interesante el debate realizado en el parlamento chileno durante el año 2016, sobre la validez o no de imponer elecciones directas a los partidos políticos. Como lo señaló un destacado politólogo conocedor del sistema de partidos chileno, la elección directa no implica necesariamente que la organización sea más democrática que otra con métodos indirectos. Por su parte, los integrantes del Partido Demócrata Cristiano, Por la Democracia y Socialista estuvieron de acuerdo en respetar la existencia de diversas formas de elección de las autoridades, según las tradiciones de cada partido. Ver Claudio Fuentes, «Un militante un voto: ¿Interferencia del Estado o autonomía de los partidos?», en www.elmostrador.cl. Visitado el 21 de marzo de 2016.
144 Riquelme, op. cit. p. 252.
145 «Ideas para el socialismo en Chile», en El Siglo del 2 de diciembre de 1990.
146 «Proyecto de nuevo programa del Partido Comunista de Chile», El Siglo del 24 de noviembre de 1991. Documento.
147 Ver «P.C. De la independencia a la oposición», en El Siglo del 8 de diciembre de 1991, p. 23.
148 «PC insiste en la idea de plebiscito» y «PC: ‘Hay cogobierno con la derecha’», La Nación del 21 y 13 de mayo, respectivamente.
149 Ver «El pueblo y la izquierda tienen la palabra», El Siglo del 22 de septiembre de 1991, p.5. También declaraciones de Mireya Baltra en «PC anuncia que hará franca oposición», La Nación del 4 de noviembre de 1991.
150 Ver entrevista a Gladys Marín «Pinochet es una buena obsesión», La Nación del 22 de diciembre de 1991.
151 La caracterización del CUI, «Unir a la izquierda desde la base», El Siglo del 6 de enero de 1991, p.5. La cita en «Informe al XVII pleno del Comité Central del Partido Comunista de Chile», mecanografiado, p.11.
152 Sobre el CUI, ver «La izquierda dice: ¡presente!», «Por los caminos de Allende», «La izquierda tomó la palabra», en El Siglo del 2 de junio, 14 de julio y 21 de julio, respectivamente.
153 «Hacia un nuevo programa de la izquierda», El Siglo del 10 de noviembre de 1991. Documento.
154 «Por una izquierda en la senda de Allende», El Siglo del 1° de septiembre de 1991. Documento.
155 Claudio Fuentes, El pacto. Poder, constitución y prácticas políticas en Chile (1990-2010), Ediciones Diego Portales, 2012, p.17.
156 «¡Gobierno extorsiona a los presos políticos!», El Siglo del 9 de junio de 1991, p. 17. Otra huelga de hambre con impacto público se realizó durante el mes de noviembre, realizada por seis militantes del MIR que cumplían largas condenas desde principios de la década de 1990.
157 Sobre los chilenos caídos en las guerrillas latinoamericanas y el recuerdo de ex militantes que se marcharon al «Frente autónomo», ver «Héroes de nuestro tiempo», El Siglo del 27 de octubre de 1991, p. 8. De Jocelyn-Holt, El Chile perplejo. Del avanzar sin transar, al transar sin parar, Editorial Planeta, 1998.
158 «Represión policial al PC», La Nación del 5 de mayo de 1991.
159 Ver «PC denunció detenciones y seguimientos» y «PC se querellará por allanamiento», La Nación del 16 de septiembre de 1991.
160 «Casa nueva, vida nueva», El Siglo del 5 de mayo de 1991. Separata, I. Otros actos similares se realizaron por las recuperaciones de los locales partidarios en las comunas de Renca y Cerro Navia. Reafirmando la importancia de lo identitario en este período, la nota de prensa resaltaba que, en Cerro Navia, una joven cantante «rindió homenaje al Frente Patriótico Manuel Rodríguez». El Siglo, 6 de enero de 1991, Separata. IV.
161 El Siglo publicó desde comienzos de 1991, una separata titulada «Vamos a andar», que contenía información sobre la vida partidaria.
162 «Homenaje a dirigentes del PC desaparecidos en mayo de 1976» y «Gracias a Violeta. Así canta el pueblo», El Siglo del 5 de mayo y 10 de febrero de 1991, respectivamente.
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